Dios no me había abandonado —y jamás podría abandonarme ni a mí ni a ninguno de nosotros— ni siquiera cuando yo buscaba provisión en otro lugar aparte de Él. Cuando me vi a mí misma como la hija de Dios, a la que nunca le puede faltar nada y a la que nunca le ha faltado, todo se resolvió.
No podemos perder algo que nunca hemos poseído. Esto no significa que no tengamos nada, sino todo lo contrario. Todo lo que tenemos, lo tenemos por reflejo, no por posesión. Todo lo que Dios es, es nuestro para reflejar.
Queridos miembros: Estamos encantados y agradecidos de poder compartir con ustedes la feliz noticia de la reciente admisión de nuevos miembros de alrededor del mundo a La Iglesia Madre. Los nuevos miembros de nuestra familia mundial provienen de Alemania; Angola; Australia; Benín; Brasil; Camerún; Canadá; Estados Unidos de América; Filipinas; Ghana; Guadalupe, un territorio de Francia; Indonesia; Kenia; Liberia; México; Nigeria; Perú; Polonia; Puerto Rico, un territorio de los Estados Unidos de América; Reino Unido; República del Congo; República Democrática del Congo; Sudáfrica; Togo; Uganda y Zimbabue.
Fui a la casa de mi abuela y oramos juntas. Estaba segura de que la oración me ayudaría, porque yo ya sabía que Dios siempre está conmigo y me cuida.
Estoy muy agradecido a esta Iglesia y a los escritos de la Sra. Eddy por enseñarme acerca de la bondad de Dios y el amoroso cuidado que nos brinda a todos nosotros. La Ciencia Cristiana me ha ayudado a resolver problemas y me ha dado paz y gozo interior.
Fui a la habitación de mi abuelo y miré a izquierda y derecha. Miré en un par de sus pantalones, y vi dos billetes que juntos eran más que suficientes para llevarnos a la iglesia y volver a casa.
Pude disfrutar de todas las experiencias del campamento, sabiendo que Dios es supremo y es la fuente de toda la energía y fuerza que pueda necesitar.
En lugar de ver la furgoneta como un obstáculo, a partir de entonces intenté estar llena de gratitud por mi flexibilidad y por nuestra pequeña casa cada vez que entraba en ella.
Voy a la Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana. En la Escuela Dominical he aprendido a orar a Dios. También aprendí que Dios es Amor.
Esta historia me ayudó una noche cuando desperté con dolor en el oído. Mi mamá estaba conmigo y juntos dijimos el Padre Nuestro.