El tiempo que se emplee razonando o meditando sobre las cosas del Espíritu es de lo más importante, pues es así como uno se renueva espiritualmente. Meditando sobre algún punto doctrinal de las enseñanzas de la Christian Science, el adepto lo asimila; y así las creencias falsas que quizá haya abrigado referente a Dios, o a sí mismo, son reemplazadas por la verdad acerca de Dios y de su propia entidad, como hijo de Dios. Cuando esta verdad llena su conciencia, se produce la cura.
En su obra titulada "Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras" (págs. 327, 328), Mary Baker Eddy dice lo siguiente: "La razón es la facultad humana más activa. Dejad que ella informe a los sentimientos y despierte la conciencia de la obligación moral, dormida en el hombre, y éste aprenderá gradualmente la nada de los placeres del sentido humano y la grandeza y felicidad del sentido espiritual, que acalla lo material o corporal. Entonces el hombre no sólo será salvado, sino que está salvado." A medida que alcanzamos un entendimiento de Dios, empezamos a confiar en El para responder a todas nuestras necesidades, porque aprendemos que El es el bien todopoderoso y siempre presente, la Mente, la Vida y el Amor; y que el hombre es Su imagen y semejanza, reflejándole en toda Su gloria. Esto nos capacita para utilizar nuestro entendimiento en la solución de cualquier problema que se nos presente.
En Isaías (1:18) leemos: "¡Venid pues, y arguyamos juntos, dice Jehová! ¡Aunque vuestros pecados fuesen como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; aunque fuesen rojos como el carmesí, como lana quedarán!" Y en la página 492 de Ciencia y Salud leemos lo siguiente: "Para razonar correctamente, debiera haber sólo una realidad ante el pensamiento, a saber: la existencia espiritual."
Cierto estudiante de la Christian Science se encontró en la difícil situación de tener que hacer un trabajo que le exigía un esfuerzo físico mayor del que era capaz. En su juventud, había trabajado de fogonero en una estación de ferrocarril del pueblo donde vivía. A ese trabajo lo había encontrado relativamente fácil, pero cuando la misma compañía le ofreció la oportunidad de trabajar de fogonero en los trenes que recorrían cierta zona, aceptó la oferta, por resultarle más remunerativa. Sin embargo, al poco tiempo encontró que el trabajo nuevo era demasiado duro y se propuso remediar la situación cuanto antes. Habiendo estudiado la Christian Science desde hacía algún tiempo, resolvió solucionar el problema por medio de esta Ciencia, aplicando el entendimiento que poseía. Como ya en otras muchas circunstancias y ocasiones había probado el poder del Principio divino en la solución de sus problemas, se sentía seguro de que no le fallaría en este momento.
Prosiguiendo sus estudios de la Christian Science, a fin de conocer mejor a Dios, el Principio divino, y así alcanzar un concepto más claro del hombre verdadero, comprendió que como Dios es Espíritu, Mente, y el hombre es Su idea, la substancia o provisión del hombre es espiritual y se expresa por medio de las ideas. Percibió que a medida que comprendiera su unidad con Dios, la Mente, por medio del razonamiento correcto, estas ideas se le irían presentando, ayudándole a resolver el problema. En ese momento le vino la idea de escribir a un instituto técnico, pidiéndole algunos libros que trataran sobre la combustión. Mientras los esperaba se dirigía diariamente a la biblioteca nacional para leer todo lo que versaba sobre este tema. A los pocos días recibió los libros, en los que además de ilustrarse los métodos modernos y científicos para el cuidado de los fogones, se ofrecía un excelente curso sobre la combustión. Tras unos cuantos días de estudio, le fué posible aplicar lo que había aprendido, y encontró que se le facilitaba mucho el trabajo. Al poco tiempo estaba alimentando las calderas con menos carbón que cualquier otro fogonero en esa misma zona y se sintió muy contento con su trabajo.
En la Christian Science aprendemos que sólo a medida que utilicemos nuestro entendimiento de esta Ciencia progresaremos en ella. Cuando cruzamos las fronteras de un estado nos sometemos a sus leyes y somos protegidos por ellas; de la misma manera cuando percibimos nuestra unidad con Dios, nos sometemos a Sus leyes y ellas a su vez nos protegen. Las leyes divinas siempre gobiernan al hombre armoniosamente, pero a nosotros nos corresponde armonizar nuestros pensamientos con estas leyes. En la página 494 del libro de texto, Mrs. Eddy dice: "La razón, bien dirigida, sirve para corregir los errores de los sentidos corporales; mas el pecado, la enfermedad y la muerte parecerán reales (así como las experiencias del sueño mientras dormimos parecen reales) hasta que la Ciencia de la armonía eterna del hombre destruya su ilusión con la realidad intacta del ser científico."
Un Científico Cristiano se encontraba muy desalentado por no habérsele resuelto un problema de orden físico, a pesar del trabajo mental que se había hecho para solucionarlo. Creyendo que su entendimiento no era lo suficiente para lograr su propia curación, solicitó la ayuda de un practicista. El practicista le dió un ejemplar del Christian Science Sentinel, señalándole cierto artículo para que lo leyese, y diciéndole que le daría un tratamiento. Mientras el estudiante estaba leyendo el artículo aludido, le vino una sensación de paz y tranquilidad y sintió una confianza serena de que todo estaba bien. El artículo ponía de manifiesto que la única base verdadera para el razonamiento es el Espíritu, Dios, el universo espiritual y el hombre espiritual. Durante tres días meditó sobre las verdades que había leído, y el tercer día por la tarde, al encontrarse bien, se dió cuenta de que anteriormente había estado trabajando desde una premisa errónea, pero que las verdades declaradas por el practicista habían cambiado por completo su manera de pensar. Hondo fué su agradecimiento.
Desde ese día le ha sido posible ayudar a muchos y ha encontrado que la persona que viene en busca de ayuda libre de prejuicios, y que se presta a razonar y a meditar sobre las verdades que se le presentan, hasta que las comprenda científicamente, sana, y experimenta aquella paz proclamada por el profeta Isaías, cuando dijo: "Guardarás en perfecta paz al alma que se apoya en ti, por lo mismo que en ti confía" (Isa., 26:3).
La sensualidad, la carnalidad, el odio, la avaricia, el temor y las preocupaciones le entorpecen a uno la facultad para razonar claramente. Nos corresponde entonces vigilar siempre los pensamientos para guardarnos de las múltiples falsedades de la mente mortal, que pretenden dirigir nuestros esfuerzos erróneamente. El que fija los pensamientos en la meta elevada, esforzándose por alcanzarla, encuentra el cielo—la armonía—en donde no hay dolor ni aflicción alguna, en donde la noche no existe.