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La nueva lengua

Del número de julio de 1948 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


"Y Estas señales acompañarán a los que creyeren: En mi nombre echarán fuera demonios; hablarán en nuevas lenguas" (Marcos, 16:17). He aquí la promesa del Maestro, y luego sigue diciendo: "Sobre los enfermos pondrán las manos, y sanarán" (vers.° 18). ¿Cuál será esta nueva lengua prometida por el Maestro? ¿Acaso se tratará sencillamente de una nueva forma de palabras? ¿No será más bien un nuevo concepto, un entendimiento superior de la vida, que encierra en sí el poder y la armonía y que le da a uno autoridad sobre todo el mal? Sin duda tal comprensión de la vida es muy de desear.

La Christian Science, tal como fué descubierta y expuesta por Mary Baker Eddy, en su libro de texto, titulado "Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras", explica y cumple las promesas del Maestro. Esta Ciencia presenta un método enteramente espiritual para la solución de problemas que la humanidad jamás ha podido resolver, el mismo método, científicamente cristiano, utilizado por Cristo Jesús en la Palestina hace cerca de dos mil años. Sólo mediante el entendimiento espiritual es que se habrá de contestar toda pregunta, ya sea en lo humano o lo divino.

Pero esta Ciencia tuvo que ser expresada de una manera humana, es decir, en términos humanos, pues de lo contrario su misión sanadora no se hubiera podido cumplir. Tenía que alcanzar y socorrer a la doliente humanidad para elevarla hacia el calor y la luz del Amor divino, que sana, y es precisamente esto lo que nos ha enseñado a hacer Mrs. Eddy, por medio de su revelación de la Christian Science.

Nuestra Guía se refiere en sus escritos a los estorbos que encontró al verse obligada a dar su mensaje espiritual por medio de un lenguaje humano, incapaz en sí de definir de una manera adecuada las verdades espirituales. Es una imposibilidad evidente definir como es debido en términos materiales, las ideas espirituales que son infinitamente superiores a aquello que se percibe por medio de los sentidos materiales. Cabe entonces tener siempre en cuenta que las palabras no son más que los símbolos materiales empleados para expresar una idea, pero que no constituyen la idea en sí. Sin duda esta fué la razón por la cual Mrs. Eddy empleó, a través de sus escritos, más de veinte palabras distintas para definir a Dios, o sea la Deidad, a fin de indicar, en tanto que el lenguaje humano lo permitiera, la diversidad e infinitud de la totalidad de Dios.

De manera que para entender la nueva lengua, o sea el lenguaje del Espíritu, y aprovechar las bendiciones que el tierno amor de Dios está derramando sobre cada uno de nosotros, Sus hijos, el simple estudio de las palabras no basta, como tampoco bastaría para adelantarnos en nuestro entendimiento del Principio divino y sus ideas perfectas, el mero estudio de las teorías humanas puramente intelectuales. En primer lugar, el estudio de la Ciencia de la Mente exige cierta perspectiva espiritual, un estado mental de receptividad, una actitud de mansedumbre, de pureza y, sobre todo, de amor, para que el pensamiento pueda elevarse para entender a Dios, el Espíritu, la Mente, que lo es Todo, y a quien nosotros, Sus hijos, reflejamos. Esta perspectiva, esta actitud mental no se obtiene en un momento; es más bien el resultado del esfuerzo diario, sí, constante, de vivir una vida realmente cristiana, de amar a nuestro Padre-Madre Dios y a toda Su familia universal, y de estar siempre dispuestos a dejar a un lado nuestros deseos y hacer Su voluntad.

No es posible comprender estas ideas espirituales teóricamente, es decir, sin hacer una demostración práctica de las mismas. Con la fe verdadera tienen forzosamente que venir las obras. La fe y las obras son inseparables; la comprensión y la demostración debieran ser idénticas, puesto que la comprensión de cualquiera de las innumerables ideas de Dios resulta automáticamente en la destrucción de las creencias opuestas, ya se manifiesten en enfermedades, desgracias, conflictos, o en cualquier otra forma. El hecho de que el entendimiento y la demostración son en esencia una misma cosa ha sido comprobado no solamente por los grandes y esclarecidos personajes de quienes leemos en el Antiguo Testamento, por el Maestro y sus discípulos y por la iglesia cristiana primitiva, sino también por millares de Científicos Cristianos activos esparcidos por el mundo entero. Se ha comprobado en el mismo horno ardiendo en fuego, calentado siete veces, de las guerras modernas, y seguirá comprobándose en cualquier tiempo por cualquier persona que tenga la humildad y sinceridad suficientes para querer poner en práctica la Ciencia del cristianismo. La Palabra de Dios, una vez comprendida, sana. No existe condición alguna que la Christian Science no sea capaz de sanar, puesto que el poder de la Mente infinita lo penetra todo.

De ahí que esta nueva lengua, este "Verbo de la Vida", no debiera simplemente oírse, estudiarse y recitarse. Más bien debiera abrigarse en el corazón; debiera se nuestra substancia, constituyendo la prueba de la misma presencia palpitante y sanadora del Cristo salvador. Entonces será para nosotros, como lo fué para nuestro venerado Maestro, "la resurrección y la vida" (Juan, 11:25), que nos libra de todo sentido material.

Ahora bien, si este Verbo de Dios, esta nueva lengua, ha sanado alguna vez, lo hará siempre. Nos sirve para resolver todas nuestras dudas, temores y creencias falsas, ya se manifiesten como enfermedades u otras discordias, y nos asegura de la eterna presencia de nuestro amante y todopoderoso Padre-Madre, el Principio infinito de la Christian Science, conocido también por el dulce nombre de Amor. Conforme nos vamos aferrando al Principio divino, mediante el estudio consagrado de la letra de esta Ciencia divina, y nuestra conciencia se vaya espiritualizando, de acuerdo con la orden específica de nuestro Maestro de que velásemos y orásemos, aprenderemos el lenguaje del Espíritu y descubriremos de nuevo ese estado de conciencia original y perfecto ordenado por Dios, que existía "cuando a una cantaron las estrellas de la mañana y gritaron de alegría todos los hijos de Dios" (Job, 38:7). Entonces hemos de ver como los hechizos y las tristezas de la existencia mortal se desvanecen ante la plena luz del día eterno de Dios.

Es así, por medio del entendimiento del lenguaje del Alma, que se experimenta la curación. Este entendimiento resucita a los muertos y rescata a los pecadores. Y el poder que lo hace procede de Dios. Las palabras materiales resultan de poco valor para sustituir la elocuencia que proviene de la inspiración divina. En la página 10 de su obra Retrospection and Introspection, Mrs. Eddy ha escrito lo siguiente: "Después de mi descubrimiento de la Christian Science, la mayor parte de los conocimientos que yo había adquirido de los textos de escuela se desvanecieron como un sueño. La enseñanza se iluminó de tal manera que eclipsó por completo la gramática. La etimología se convirtió en historia divina, proclamando la idea de Dios en el origen y significado del hombre. La sintaxis era el orden y la unidad espirituales. La prosodia dejó de ser un tema terrenal sin gloria, para convertirse en el canto de los ángeles."

La nueva lengua es la Christian Science, la misma revelación y demostración del ser armonioso y espiritual, que está trayendo al mundo el reino de dios y que ha de reemplazar las sombras inconstantes de la existencia material con las grandes verdades de la perfección infinita, alumbrando los parajes más remotos del mundo con los matices más claros del cielo.

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