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Los frutos de nuestras conferencias

Del número de julio de 1948 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


"¡Todos los sedientos, venid a las aguas! aquel también que no tiene dinero; ¡venid, comprad y comed! venid, comprad, sin dinero y sin precio, vino y leche!" (Isa., 55:1.) ¿No es esta, en efecto, la amable invitación que ofrece una iglesia de la Christian Science al anunciar que está por celebrarse una conferencia pública y gratuita sobre la Christian Science? Y ¿no es de esta manera que los miembros de tales iglesias invitan a sus amigos y vecinos, como también a extranjeros, para que asistan a un banquete, donde se les ofrece libremente la semilla fructífera del bien espiritual que tantos frutos rinde? De verdad que sí, porque quienes ofrecen la conferencia bien saben que los que aceptan la invitación serán grandemente bendecidos por la Palabra, la que sólo tiene que entrar en un corazón receptivo para rendir mucho fruto.

Y ¿cuáles serán los frutos que se recogen en una conferencia de la Christian Science? ¡Quién es capaz de imaginarse cuantos robles pueden salir de una sola bellota! Pues de la misma manera que la semilla del roble puede ser llevada hasta los confines de la tierra y reproducir ahí árboles magníficos, cierto concepto expresado en una de las conferencias antedichas puede llegar a parajes muy lejanos y, encontrando albergue en algún pensamiento receptivo, producir mucho fruto.

Algunos de los que concurren a estas conferencias están luchando con problemas de orden físico. Al meditar sobre las palabras del conferenciante, estas personas se han encontrado con que ciertas semillas de fe y de esperanza se habían arraigado en su conciencia. Acudiendo al libro de texto, "Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras", de Mary Baker Eddy, al poco tiempo se han mejorado, merced a su influencia sanadora. En verdad, algunos de los concurrentes han experimentado curaciones en el mismo momento de pronunciarse la conferencia, pues a menudo esta buena semilla produce su fruto instantáneamente.

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