Uno de los pasajes más atrayentes y que más suscitan a la reflexión, hallados en el libro de texto de la Christian Science, “Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras” por Mary Baker Eddy, contiene la siguiente declaración (pág. 125): “El astrónomo ya no tendrá necesidad de levantar su vista hacia las estrellas,— mirará desde ellas, contemplando el universo.” En el párrafo que lo antecede ella establece con intrépidos rasgos de su pluma, el glorioso hecho de que a medida que el pensamiento humano avance hacia el Espíritu, el hombre, reflejo de Dios, se verá gobernado por el Alma y no por los sentidos materiales.
“Mira lo encumbrado de las estrellas, ¡cuán elevadas están!” (Job, 22:12.) La contemplación de las huestes celestiales conmueve a la mente humana. Durante siglos los hombres se han apropiado del universo estelar metafóricamente, animados por su belleza y sublime armonía. Después de estudiar cuidadosamente el mencionado pasaje, el que esto escribe percibió claramente que Mrs. Eddy expone en estas páginas la totalidad del Espíritu y la completa nada de la materia. Comprendió que las estrellas podían contemplarse como representando elevados y sagrados pensamientos, y que la declaración de Mrs. Eddy en el sentido de que ya no miraríamos hacia las estrellas sino que desde ellas contemplaríamos el universo, podía considerarse como una demanda de que reconozcamos al universo como espiritual y no material. Interpretó pues esta demanda como sigue: Dejad de levantar la vista hacia los cielos buscando con ansias gloriosos ideales que parecen estar fuera de vuestro alcance y mirad ahora al universo desde las alturas. Razonad desde la base de la perfección espiritual, no dilatando más para utilizar la habilidad que Dios os ha conferido.
La mente humana generalmente se rebela a tal altitud y actitud mental, llamándola visionaria, fantástica e ilusoria. Pero afortunadamente no es ninguna de estas cosas ya que la Christian Science, la cual revela la perfección de la ley de Dios y lo aplicable que es en todo momento a los problemas humanos, es el idealismo más genuino y práctico. No es “demasiado bueno para ser verdad”, sino que es más bien esa clase de idealismo que alienta a los hombres a apoyarse cada vez menos sobre el falso concepto material de las cosas y cada vez más sobre el concepto espiritual que nos aleja de la obscuridad mental, la depresión, el temor, el pecado, la enfermedad y toda clase de limitaciones y angustias.
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