Cristo Jesus puso fin a una de sus conversaciones con los fariseos que se quejaban de que sus discípulos arrancaban las espigas del maíz en día de sábado, con las siguientes palabras: “El sábado fué hecho por causa del hombre, y no el hombre por causa del sábado” (Marcos, 2:27). De esta manera el Maestro expuso claramente el dominio que ejerce el hombre sobre el día de descanso, refutando así el concepto que de éste tenían los fariseos. El día de descanso fué instituído para cumplir los propósitos de Dios para con el hombre; no es una institución a la cual los hombres deban servir ciegamente.
Durante esta conversación, al recordar a los fariseos que en cierta ocasión cuando padecieron hambre, David y los que con él estaban habían comido los panes de la proposición, Jesús afirmó la inviolabilidad del derecho del individuo de utilizar lo que su Padre celestial le otorga. Su vida entera patentizó el sentido fuerte e inextinguible que él tenía de la individualidad. El fué sin duda alguna el individualista más destacado que jamás existió.
Mary Baker Eddy enseña a través de sus escritos que la individualidad es la posesión más preciosa y sagrada del hombre, y que todo cuanto tienda a disminuirla, apocarla u obscurecerla, es erróneo y ciertamente no proviene de Dios. La Christian Science declara que el hombre es idea, la idea compuesta de la Mente infinita, Dios, Espíritu, que incluye todas las ideas correctas. En consecuencia, el hombre incluye la idea verdadera de gobierno, estado, iglesia, el día de descanso, ley, orden, perfección, salud, armonía y demás.
El sentido humano desearía hacernos creer que el hombre individual está fuera y separado de las ideas de gobierno, estado, iglesia y aun del día de descanso, y que el hombre debe de algún modo ser sometido a su influencia. Es así que estas ideas aparentan ser más poderosas que el hombre, la idea compuesta de la Mente que incluye a todas ellas. De esta creencia falsa proceden muchas de las teorías y costumbres erróneas de los tiempos modernos, que amenazan alterar o aun destruir la individualidad del hombre. El error que cometieron los fariseos acerca del día de descanso vuelve a repetirse hoy en la doctrina que sostiene que el individuo existe para el estado, en vez de ser el estado el que existe para el individuo.
Es necesario comprender que la Christian Science hace una clara distinción entre la individualidad real y espiritual del hombre y lo que humanamente se denomina personalidad. La individualidad es la naturaleza divina del hombre, la cual refleja las perfectas e infinitas cualidades de Dios, del Principio, el Alma y el Amor. Esta individualidad no guarda relación alguna con la materia, con la materialidad o con un concepto personal y finito de las cosas. Bien comprendida, jamás puede ser expresada por algo despreciable, pecaminoso, discordante o temporal. Es enteramente espiritual y debe ser demostrada en la experiencia humana mediante el crecimiento y desenvolvimiento espirituales. Mrs. Eddy dice en “Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras”, bajo el encabezamiento marginal de “Permanencia individual” (pág. 258): “Los mortales tienen un concepto muy imperfecto del hombre espiritual y del alcance infinito de su pensamiento.”
En estos tiempos de gobiernos totalitarios o semitotalitarios, deberíamos comprender claramente y afirmar en todo momento la inviolable individualidad del hombre como idea de Dios. Deberíamos hacer constantes esfuerzos por evitar, refutar y destruir todo cuanto aparente alterar esta individualidad del hombre como expresión del Alma, idea individualizada de la Vida, la Verdad y el Amor. Por más especiosa y plausible que parezca la interferencia en los derechos individuales, el hecho espiritual es que el hombre individual, por ser el reflejo y expresión de Dios, la Mente divina, goza por derecho de una verdadera libertad de acción que está de acuerdo con el gobierno que Dios ejerce sobre Su universo, incluso el hombre.
El sentido personal, arguyendo sutilmente en favor del falso concepto humano de la individualidad, trataría de hacernos creer que el reclamar la Mente infinita como la Mente única y por tanto como nuestra Mente, puede privarnos de nuestra originalidad y libertad de pensamiento, e invadir nuestra individualidad. Pero esto es imposible, ya que Dios es la individualidad infinita y otorga a todas Sus ideas individualidad clara, distintiva e indestructible.
Expresar individualidad no implica violación de la ley ni menosprecio de los derechos, el bienestar, la felicidad y tranquilidad de los demás. No significa rebajarnos, adoptando medios egoístas y métodos que denotan falta de consideración para con nuestro prójimo. Por el contrario, sólo al ser altruistas y obedientes al Principio divino, el Amor, expresamos nuestra individualidad verdadera. Cuando las cualidades divinas tales como el amor, la ternura, compasión, integridad, pureza, espiritualidad, bondad y misericordia se reflejan más y más claramente en nuestras vidas, y a medida que así abandonamos como inservibles e irreales las muchas pretensiones de la materialidad, hallamos que la individualidad, el trabajo, y el servir a otros se armonizan.
Esta individualidad está consciente tan solo del bien, de la perfección, armonía, tranquilidad, salud y alegría. No tiene consciencia de ninguna otra cosa, porque Dios lo es Todo. Este es por siempre nuestro punto de partida, y cuando nos atenemos a él comenzamos a expresar poco a poco nuestra individualidad real y perfecta. Entonces la personalidad mortal, que no es jamás la individualidad del hombre, se desvanece y nuestra naturaleza verdadera es revelada. Esta radiante individualidad sólo está subordinada a la Mente divina, su origen y creador. No puede ser hipnotizada ni adormecida por la apatía o la torpeza, ni por la ignorancia de sí misma y de sus derechos inalienables. Expresa continua y perfectamente la ley y el orden divinos. Está completamente asegurada contra los asaltos de toda índole, las creencias de opresión, depresión, tiranía, carencia, enfermedad, pobreza, desdicha, frustración y muerte. Mrs. Eddy nos dice (ib., pág. 491): “La individualidad espiritual del hombre nunca encierra mal alguno. Es la semejanza del Hacedor del hombre.”
El hombre es la idea más elevada de Dios, y como tal “el alcance ... de su pensamiento” es en verdad infinito, incluyendo al mismo tiempo todas las ideas menores. El hombre hecho a la semejanza de Dios refleja el dominio de la Mente. “De manera que creó Dios al hombre a su imagen, a la imagen y semejanza de Dios le creó” (Gén., 1:27). Correlativa a esta tremenda verdad espiritual es la declaración que hace nuestra Guía en No y Sí (pág. 17): “El hombre es la culminación de la creación.”
