Deseo ofrecer este testimonio con la esperanza de que sea de ayuda para aquellos que son principiantes en la Christian Science, dándoles coraje e inspirándoles confianza para seguir al Cristo, la Verdad. “Conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres” (Juan, 8:32).
En el año 1943, después de sufrir muchas penas y privaciones, me encontraba viviendo sola con mi hijito, que había nacido en agosto del año 1939. Mi marido había sido movilizado tres días antes de que naciera el niño, habiendo sido hecho prisionero en junio de 1940, permaneciendo así hasta el año 1945.
En abril de 1943 tuve que someterme a una operación de urgencia al ojo derecho, pues estaba perdiendo su uso. El ojo izquierdo había sido afectado de albugo desde mi nacimiento. No podía leer con él y sólo podía distinguir el contorno general de los objetos. En noviembre de 1944, tuve que operarme otra vez para salvar lo que me quedaba de la vista, ya que sólo veía lo que tenía directamente por delante, mientras que el resto de mi foco visual quedaba completamente oscurecido. Me hallaba desesperada, lloraba la noche entera, lo cual naturalmente agravaba mi estado. La idea de que podía quedarme ciega me perseguía.
A principios del año 1945, en una reunión de familia, mi hermana se encontró con una prima quien le habló de la Christian Science y de su propia maravillosa curación. También le dió la dirección de una practicista, insistiendo en que yo debía ir a verla. Estoy tan agradecida por esto. Después de mucho titubear fuí a ver a la practicista, diciéndome que esta era mi última esperanza. Desde la primera visita sentí una inefable calma, y mi estado de ánimo mejoró visiblemente.
Sin embargo, no pude dejar completamente las medicinas y seguí tomando mis gotas y sellos. En abril de 1945, el médico me informó que sería necesaria una nueva operación, pues se había desarrollado una nueva fase en la enfermedad. Rehusando someterme a esta operación, me dirigí al campo. Tomando la Biblia y el libro de texto “Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras” por Mary Baker Eddy, y apoyándome únicamente en la Verdad, trabajé asiduamente en la Ciencia todos los días. Muy pronto sentí grandes beneficios tanto físicos como morales, pudiendo durante ese tiempo curar a mi hijito de un ataque de apendicitis. Al fin del mes volví a mi hogar.
Mi salud mejoró visiblemente, y aguardé con toda confianza el regreso de mi marido, pues Dios me había revelado la luz espiritual. Tres semanas más tarde el médico, al cual había visitado para que me llenara unos documentos, me examinó y dijo: “Su ojo se ha estabilizado, y la considero curada.” Y efectivamente no sufri más de esos terribles dolores de cabeza que hacían necesaria una nueva operación. No pude al momento darme plena cuenta del gran júbilo que había de experimentar luego.
Deseo expresar mi profunda gratitud y aprecio por la Christian Science y su venerada Descubridora y Fundadora, Mrs. Eddy, quien nos ha revelado la luz divina que ha transformado completamente mi vida. Soy tan feliz ahora. He tenido la gran alegría de ver a mi marido después de cinco años de destierro, y su precaria salud ha vuelto a ser normal. La benéfica mano de Dios nos guía aun en los más pequeños actos de nuestra vida diaria, pues El lo es Todo. Mi más sincero agradecimiento se extiende a la practicista que me ayudó a salir del abismo en que me hallaba, y que ha sido tan bondadosa y ha restaurado mi fe. También agradezco a todos los Científicos Cristianos que fueron tan buenos y afectuosos para conmigo. Sobre todo agradezco a Dios por las múltiples bendiciones que nos ha deparado.— Paris, Francia.
