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Una reciente conversación con un Científico...

Del número de enero de 1950 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Una reciente conversación con un Científico Cristiano reveló el hecho de que el apoyar a nuestros periódicos incluye el deber de escribir artículos y testimonios. Cuando pienso que yo he sido estudiante de la Christian Science por unos veinte años, habiendo recibido muchas veces gran ayuda al leer los testimonios y los artículos en nuestra literatura, veo que, al retener mi expresión de gracias, he fallado en pagar debidamente a Dios mi deuda de gratitud.

No puedo comenzar a enumerar todos los beneficios y curaciones que he tenido el privilegio de experimentar. Unas cuantas de estas curaciones sin embargo brillan como faros. En una noche de primero de año, hace de esto más de diecinueve años, habíamos ido a visitar a unos amigos, cuando al salir mi esposa y yo de la casa encontramos que la temperatura había bajado considerablemente. Mientras caminábamos, sentí un ruido en una de mis orejas. Me detuve y le pregunté a mi esposa si conocía los síntomas de helársele a uno las orejas, y en ese momento sentí un ruido similar al anterior en la otra oreja. Mi esposa me miró y dijo: “Sí, se te han helado las orejas.” En seguida comencé a negar mentalmente el testimonio de los sentidos materiales, afirmando que el hombre es la imágen del Espíritu, Dios. Caminamos hasta un hotel cercano y de allí tomamos un taxi que nos llevó a casa. A las tres de la tarde del día siguiente yo debía dar un programa musical. A las nueve de la mañana del día siguiente tenía las orejas hinchadas y desfiguradas. Llamé a una practicista de la Christian Science, quien me aseguró que esa tarde yo estaría en mi justo lugar. A las dos y media mis orejas habían vuelto a su estado normal, no sentía ya ninguna molestia, y la curación era completa. Pude cumplir con mi programa tal como lo había planeado.

Ultimamente, habiéndose apagado un día la pequeña llama de gas que enciende nuestro calentador para el agua de baño, al tratar de encenderlo hubo una explosión, y al instante salieron grandes llamaradas que me quemaron una mano. El dolor era intenso. Me acerqué al teléfono para pedir ayuda pero no me fué posible hallar a la practicista. Entonces tuve este pensamiento: Esta es una oportunidad para probar lo que profesas, esto es, la verdad de la Christian Science. Le rogué a mi esposa que me leyera en voz alta la Lección Bíblica de esa semana, del Trimestral de la Christian Science. Luego estudié el salmo noventa y uno, y el párrafo de Ciencia y Salud en la página 495 que comienza así: “Cuando la ilusión de la enfermedad o del pecado os tiente, aferraos firmemente a Dios y Su idea.” Más tarde entraron nuestros niños y cantaron los himnos de Mrs. Eddy. Yo me uní a ellos, y cuando comenzamos a cantar: “Gentil presencia, gozo, paz, poder” (Himno núm.° 207), súbitamente yo pude comprender la irrealidad de los falsos sentidos. Experimenté entonces la curación y la “paz ... que sobrepuja todo entendimiento.” Desde ese momento cesó el dolor y a los pocos días se formó piel nueva adonde tenía las quemaduras, sin dejar cicatriz.

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