Deseo expresar mi profunda gratitud por la Ciencia Cristiana y por las múltiples bendiciones que he recibido a través de su estudio y aplicación de la misma.
Conocí esta maravillosa religión sanadora hace unos treinta y cuatro años, por intermedio de una amiga. Por muchos años venía sufriendo de fuertes dolores de cabeza, de afección del hígado, y de parásitos intestinales cuando mi amiga me habló de esta religión.
Empecé a asistir a los cultos de una filial de la Iglesia de Cristo, Científico. A medida que aumentaba mi comprensión y corregía mis pensamientos, todos estos errores físicos fueron desapareciendo uno a uno.
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