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[La capacidad de demostrar la Ciencia Cristiana se adquiere con el estudio y la práctica de la verdad enseñada por Cristo Jesús y revelada en Ciencia y Salud por Mrs. Eddy. Esta serie indica algunos medios de aplicar esta verdad.]

La curación mediante el reconocimiento de la naturaleza triunfante de la Verdad

Del número de noviembre de 1973 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Reconozca confiadamente que Dios es la Verdad, el Ser perfecto. El reconocimiento de la totalidad de Dios y de la unidad del hombre con Él destruye toda forma de enfermedad. Afirme que nada puede oponerse a la Verdad — que la enfermedad no es sino una imagen ilusoria en la mente humana. Su aceptación de la Verdad le niega a la enfermedad espacio que ocupar y poder para actuar en su pensamiento. Mrs. Eddy declara: "La Verdad es Dios, y está en la ley de Dios. Esta ley declara que la Verdad es Todo, y que no existe el error. Esta ley de la Verdad destruye cada fase del error". La Unidad del Bien, pág. 5;

Como lo hizo Jesús, Ud. puede estar intensamente consciente de la individualidad verdadera del hombre como el reflejo de la Vida divina. Esta dinámica idea-Cristo lo capacita para penetrar el velo de la materia y contemplar la identidad verdadera que por siempre triunfa sobre el pecado, la enfermedad y la muerte. El poder penetrante y unificador de esta vista más elevada destruye el temor y la discordancia en su mente y en las mentes de aquellos que acuden a Ud. en busca de ayuda — y sana tanto la mente como el cuerpo. "Conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres" Juan 8:32. son las palabras de Cristo Jesús. Él las comprobó, y nosotros también podemos comprobarlas.

El camino que conduce al poder sanador de la Verdad es el pensamiento purificado. El conformar el pensamiento y la vida a lo divino incorpora el poder de la Verdad y confiere eficacia a sus oraciones afirmativas. En la fuerza de la rectitud consciente verá Ud., más clara y rápidamente, la identidad espiritual y verdadera del hombre y su unidad inseparable con la Verdad viviente, Dios. Esta contemplación lo capacitará para ver la nada de las manifestaciones del mal — para denunciarlas y destruirlas.

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