En el ejemplar de marzo de 1967 de la edición francesa de El Heraldo de la Ciencia Cristiana, apareció un testimonio en el que expresé mi profunda gratitud por las bendiciones que había recibido al aplicar esta Ciencia del Cristo, revelada por Mrs. Eddy.
Estas bendiciones han continuado embelleciendo mi vida, y deseo compartir mi alegría con todos aquellos que lean estas líneas, para que ellos también puedan ser bendecidos.
Cuando conocí la Ciencia Cristiana, había estado padeciendo durante veinte años de dolores de estómago. Me alivié algo cuando comencé a orar como nos enseña la Ciencia. Sin embargo, en lo profundo de mi ser continué albergando un temor latente que me hacía evitar ciertos alimentos.
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