Sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores,
engañandoos a vosotros mismos. Porque si alguno es oidor
de la palabra pero no hacedor de ella, éste es semejante
al hombre que considera en un espejo su rostro natural.
Porque él se considera a sí mismo, y se va, y luego olvida
cómo era. Mas el que mira atentamente en la perfecta ley, la
de la libertad, y persevera en ella, no siendo oidor olvidadizo,
sino hacedor de la obra, éste será bienaventurado en lo que hace.
¿Te gustó usar la Concordancia de la Biblia? ¡Seguro que sí!
Iniciar sesión para ver esta página
Para tener acceso total a los Heraldos, active una cuenta usando su suscripción impresa del Heraldo ¡o suscríbase hoy a JSH-Online!