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Venciendo hábitos nocivos

[Original en alemán]

Del número de noviembre de 1973 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Algunas personas creen que no pueden vivir sin el tabaco, el alcohol o los llamados estimulantes de la mente o drogas tranquilizantes. Esta esclavitud crónica causa mucho sufrimiento.

Un Científico Cristiano escrupuloso se rehusa a ceder a la tentación de usar drogas en razón de que lucha por depender cada vez menos de la materia para su propia satisfacción. Esto no sólo lo hace en beneficio propio, sino que está convencido que en su esfuerzo puede ayudar a aquellos que padezcan del vicio del tabaco, del alcohol o de las drogas.

Al negarse a compartir estos hábitos no es siempre necesario dar una explicación extensa. En una reunión en la que participaban gente prominente y altos jefes de la empresa en que trabajaba, se me invitó a tomar por lo menos medio vaso de vino para brindar por la firma en que me ganaba la vida. Simplemente me rehusé. Mediante mi estudio y aplicación de la Ciencia Cristiana, ya había aprendido que la adhesión a sus exigencias trae bendiciones. Esto me dio el valor para actuar como lo hice. En una reuión posterior comprobé que ofrecían bebidas sin alcohol y que varias personas las aceptaban.

Si un Científico Cristiano es invitado con alcohol, tabaco o drogas, puede declinar tal invitación cortésmente. Al mismo tiempo, puede afirmar silenciosamente la verdad de la situación. La verdad es que Dios, el Espíritu, ha creado al hombre armonioso y libre. El hombre sólo está sujeto a las leyes del Espíritu.

La constante presencia de Dios garantiza la continuidad inalterable de Su creación espiritual. “Donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad”. 2 Cor. 3:17; “En él vivimos, y nos movemos, y somos”. Hechos 17:28; Y esto significa que en nuestra identidad verdadera como expresiones individuales de la consciencia divina no conocemos anhelos mesmerianos, ni esclavitud alguna, ni nos sentimos inclinados a los hábitos nocivos.

Tales pensamientos de verdad provienen de la Mente divina. Los Científicos Cristianos receptivos se esfuerzan por comprender que la materialidad no es nada y que Dios, el bien, lo es todo.

Mucha gente parece habitar en el reino de la discordia. En ninguna parte encuentran garantía de una paz interior o exterior duradera. A veces, ciertas personas tratan de reprimir el temor y la incertidumbre mediante el uso de narcóticos y alcohol con el resultado que se someten a su dominación hasta que llegan a reconocer que han estado creyendo en sus falsas promesas.

Cuando una persona reconoce lo que es perjudicial, generalmente desea abandonarlo. Si llega a descubrir lo que lo seduce y extravía, considerará evitarlo. No obstante, puede sufrir retrocesos si se permite depender de la voluntad humana.

Las curaciones mediante tratamiento de la Ciencia Cristiana no son el resultado de la voluntad humana, sino el resultado de la comprensión espiritual. Mrs. Eddy declara: "No olvidéis ni por un momento que Dios es Todo-en-todo — por consiguiente, que en realidad no hay sino una causa y efecto". Miscellaneous Writings, págs. 154, 155; El Científico Cristiano ora para saber que Dios es Todo-en-todo.

Jesús dijo: "No puedo yo hacer nada por mí mismo", Juan 5:30; y "Mi Padre hasta ahora trabaja, y yo trabajo". 5:17. Lo que Dios hace no tiene límites; es ilimitadamente bueno. Por ello, la honesta aplicación de la Ciencia Cristiana, el esfuerzo por seguir el ejemplo de Cristo Jesús, tienen un efecto sanativo de vasto alcance.

La conquista completa de los hábitos tiránicos se alcanza mediante el reconocimiento de que son falsos, y al mismo tiempo dando entrada en el pensamiento a lo espiritual, lo bueno y lo verdadero. Es necesario estar sinceramente dispuestos a vencerlos.

La persona que anhela liberarse y es receptiva a la Verdad, está capacitada para hacer negaciones mentales silenciosas y eficaces, además de declaraciones de la verdad. De este modo se destruye una creencia errónea. El tabaco, el alcohol o las drogas pierden su poder. Una mentira no puede creerse ni dominarnos una vez que declaramos la verdad y la comprendemos.

El enviciarse en algo es una mentira acerca de la naturaleza verdadera del hombre. La verdad sana los vicios.

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