Yo soy aquel leproso
que arrodillándose ante Jesús,
fue sanado por él.
Yo soy aquel que vislumbró al Maestro,
que nada le detuvo,
y audaz, avanzó.
Yo soy aquel que en reconocimiento humilde,
tocó el borde del manto del Cristo
y limpio, sano, libre,
le siguió.