Hoy día, muchas personas son presas de su temor por el estado presente de la situación económica que enfrentan y por la perspectiva futura de esta situación. Las naciones están tratando de satisfacer sus necesidades colectivas con programas de acciones inmediatas. Podemos apreciar el valor, talento, inteligencia y justicia empleados individual y colectivamente en el esfuerzo general por realizar dichos propósitos.
En Ciencia y Salud, Mrs. Eddy escribe: “El Espíritu, Dios, reune los pensamientos aun informes en sus cauces adecuados, y los desarrolla, al igual que abre los pétalos de un propósito sagrado, con el fin de que ese propósito pueda manifestarse”. Ciencia y Salud, pág. 506; Esto nos lleva a preguntarnos respecto a nuestro conocimiento de la verdad que necesitamos aplicar cuando enfrentamos las pretensiones de la mente carnal como capaz de despojar nuestro sistema de autogobierno. Tenemos que saber que poseemos el poder para expresar plenamente ese autogobierno como reflejos que somos de la única Mente. ¿Comprendemos realmente que nuestro ser sólo está subordinado al Principio divino, el Amor, como lo enseña la Ciencia Cristiana?
¿En qué descansa el gobierno tanto individual como nacional? Su piedra angular es la utilización que hacemos del entendimiento acerca del Cristo, la Verdad, en las actividades diarias. Cuando la gente despierta a la comprensión del Cristo, encuentra que su luz disipa las tinieblas del temor, establece unidad, justicia y paz, y con las grandes verdades del Alma, Dios, libera a los hombres y a las naciones.
El mal, ignorante de su nada, reclama para sí el gobierno de los hombres y de las naciones. Trae caos, anarquía y violencia que llevan a la autodestrucción. Ésta es la acción del magnetismo animal que pretende ser capaz de dividir la unidad del hombre y su Hacedor.
Mas cuando reconocemos que nuestro verdadero gobierno descansa en Dios, el Principio divino, y que todas Sus cualidades son reflejadas por Su imagen y semejanza, el hombre, entonces no hay temor. Comprendiendo la eterna presencia de Dios estaremos conscientes de la seguridad y protección que serán nuestras a medida que demos los pasos humanos necesarios para obtener lo que necesitamos ya sea en el reino físico, mental o económico.
Veremos que la inteligencia del ciudadano individual y de los miembros del gobierno y su habilidad para hacer el trabajo que sea necesario se derivan de la Mente siempre activa, y comprenderemos que ellas no pueden ser medidas por experimentos humanos o por leyes de herencia material. Será claro que nada puede limitar el conocimiento y la capacidad del hombre, el hijo de Dios, porque el eterno progreso espiritual es la ley de la Vida. Entonces encontraremos que todas las cosas que necesitamos nos son dadas humanamente, como lo promete la Biblia.
A medida que rechacemos los pensamientos materialistas y sin vida que pretenden dividir la unidad de Dios, el bien, y el hombre, reconociendo humildemente la presencia de la Vida eterna en la demostración del Cristo, la Verdad, tendremos la protección necesaria para cada propósito correcto. Al rechazar las sugestiones de carencia, inflación, falta de habilidad, pobreza o depresión, ayudaremos a dar al mundo la comprensión de la Verdad, junto con la provisión humana que esta comprensión ayuda a proveer. Los pensamientos vueltos así a los “cauces adecuados” pueden apoyar a un gobierno sólo con el propósito de capacitarlo para bendecir a una nación así como a cada ciudadano individualmente.
La Biblia, desde el Génesis en adelante, abunda en ejemplos de dirección espiritual en la vida diaria de los hombres. En Deuteronomio se dice del Señor y de Su pueblo, los hijos de Israel: “Le halló en tierra de desierto, y en yermo de horrible soledad; lo trajo alrededor, lo instruyó, lo guardó como a la niña de su ojo”. Más adelante la narración continúa: “Jehová solo le guió, y con él no hubo dios extraño... e hizo que chupase miel de la peña, y aceite del duro pedernal”. Deut. 32:10, 12, 13;
El patriarca Jacob, que más tarde fue llamado Israel, y que fue el antecesor de los israelitas, siguió las indicaciones de la Mente divina. En cierta medida comprobó en su propia experiencia y en la de los de su nación que no hay circunstancias materiales capaces de obstruir la expresión de la voluntad de Dios.
Y así hoy en día, en cualquier cosa que realicemos, ya sea el estudio de una carrera universitaria, nuestro trabajo, el apoyo tanto metafísico como práctico que prestamos a la Iglesia de Cristo, Científico, la misma verdad nos guiará, por medio de la Ciencia Cristiana, al reconocimiento del único gobierno, el del Espíritu, al deseo justo de bendecir a nuestro prójimo con la luz del Cristo.
Este gobierno por el Cristo, anulará todo error y ayudará a sanar las divisiones en las familias, las crisis en las naciones. Demostrará el valor de la oración científica y silente, y nos protegerá de la atracción del mal que nos robaría nuestra individualidad y establecería el falso sentido de nuestra confianza en la materia. El respeto por todos los hijos de Dios elevará la moral y permitirá que la justicia resplandezca y los derechos del hombre se respeten. Nos ayudará a cumplir con nuestro deber como ciudadanos para corregir toda ley injusta por el único camino correcto, el camino de la ley y la justicia para todos, sin acepciones de clases, razas o credos.
Para que este gobierno resplandezca con más luz cada día, es necesario velar y orar como Cristo Jesús lo hizo. Él oró a su Padre celestial respecto a sus discípulos: “Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad ... para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste”. Juan 17:17, 21; A medida que seguimos su ejemplo, nuestro entendimiento del gobierno del Cristo ayudará al mundo a experimentar un despertar espiritual, y nuestra comprensión de nuestra filiación con el Padre no será adormecida por el materialismo, el sensualismo y los lujos de riquezas mundanas, a menudo aparejados con apatía hacia el Cristo.
Mrs. Eddy escribe en No y Sí: “La oración verdadera no es pedir a Dios que nos dé amor; es aprender a amar y a incluir a todo el género humano en un solo afecto. Orar significa utilizar el amor con el cual Dios nos ama”. No y Sí, pág. 39. Finalmente, si dejamos que el entendimiento espiritual gobierne nuestras acciones y nuestras relaciones con nuestros semejantes, habremos asegurado nuestro porvenir, y la demostración del cristianismo científico será el cauce para un gobierno correcto porque la consciencia humana despertará entonces a una comprensión más clara y más justa de la Ciencia Cristiana en su mensaje sanador para las naciones y toda la humanidad.