Porque el pecado destruyó,
curando nuestro mal,
por la salud que restauró,
brindando a todos paz;
porque la Vida y el Amor
revela la Verdad,
las gracias damos al Señor,
quien alabado está.
El significado y belleza de estas palabras del Himnario de la Christian Science (himno 342), han crecido en mi experiencia desde que se publicara mi testimonio de hace veinte años. Aquel testimonio incluyó la curación instantánea de la necesidad de usar lentes. Había usado lentes durante muchos años. Esta curación, que ocurrió durante mi instrucción en clase, ha sido completa y permanente.
El apacible desarrollo del Cristo en mi consciencia, el reconocimiento creciente de Dios como Padre-Madre, la mayor comprensión de la magnitud de la obra del Maestro, Cristo Jesús, y el pleno agradecimiento por el Consolador prometido por Jesús, se han debido a mi estudio diario de Ciencia Cristiana. Sin estas enseñanzas que penetraron mi pensamiento no se habría producido la inspiración que ha respondido a todas mis necesidades humanas.
Un día, al agacharme para encender una estufa de gas en la cocina de un crucero, se produjo una violenta explosión al acercar la cerilla encendida. Las llamas fueron tan intensas que se incendió todo el maderamen que la circundaba; sin embargo, mi ropa sólo se chamuscó un poco, pero yo quedé ilesa. El influjo de la autoridad divina fue espontáneo, absoluto e irresistible al recordar yo que: "Sólo hay una causa primordial. Por tanto, no puede haber efecto de ninguna otra causa, y no puede haber realidad en nada que no proceda de esta causa grande y única" (Ciencia y Salud por Mrs. Eddy. pág. 207).
En otra ocasión en que iba manejando un automóvil grande, al ir subiendo por una angosta y empinada colina que salía de la muy transitada carretera de la ciudad, un auto pequeño que iba delante del mío, se paró casi al llegar a la cima y comenzó a descender rápidamente hacia atrás, sin control, directamente hacia mí. Físicamente, no había ninguna posibilidad de evitar el accidente, porque no había espacio para hacerme a un lado y salir de su camino. Comencé a declarar en alta voz que la omnipresencia de la Mente divina lo abraza y gobierna todo. Lo que ocurrió entonces fue como si una mano invisible hubiera tomado el volante del pequeño auto, justo en el momento en que el impacto parecía inevitable, y lo hubiera balanceado y levantado colocándolo de costado sobre una vereda bastante empinada a un lado de la colina. Todo sucedió tan rápido, tan fácilmente, que no tuve que detenerme, y seguí hasta llegar a la cima. Al pasar vi que todos en el otro automóvil estaban ilesos — el conductor del auto, agarrándose la cabeza, y varios niños.
Un día en que me encontraba sola en un edificio, entró un hombre y me exigió dinero para comprar alimentos. Olía a alcohol y su actitud era muy agresiva. Después de una breve conversación le extendí un vale para que fuera a un restaurante cercano donde podía pedir una comida, pero el hombre insistió en que quería dinero para comprar alimentos para su familia. Finalmente se fue y yo quedé profundamente estremecida por la intromisión de animalidad, escuchando y repitiendo estas palabras: "El Científico Cristiano está solo con su propio ser y con la realidad de las cosas" (Message to The Mother Church for 1901 por Mrs. Eddy, pág. 20). Vislumbré la maravilla y gloria del ser real y espiritual. Mi pensamiento se llenó de compasión, alabanza y paz. Al ir saliendo del edificio encontré al hombre en el pasillo y se dirigía hacia mí. Estuve a punto de preguntarle si había hecho uso del vale, pero el hombre repentinamente se detuvo y retrocedió hasta llegar a las escaleras, entonces se volvió y desapareció sin que hubiéramos cambiado ni una sola palabra.
Un día en que estaba trabajando en el jardín no me di cuenta de que una punta de alambre sobresalía de una de las plantas. Al inclinarme rápidamente para sacar las malezas, el alambre me penetró profundamente en un ojo.
La prueba de que la curación resulta de la ley divina y que opera como la única ley cuando se la acepta en la consciencia humana, es ilustrada en el relato bíblico de la mujer sunamita. Medité sobre la firmeza de su respuesta cuando dijo: "Bien" (2 Reyes 4:26). No hubo dolor ni visión borrosa ni subsecuente deterioro en la vista, aunque exteriormente el ojo estaba obscurecido y pasaron varias semanas antes de que recuperara su apariencia normal.
Podría llenar muchas páginas relatando los innumerables casos de protección y provisión recibidas, de las alegrías del hogar, del compañerismo y del apoyo maravilloso que representa; como también de aquellos casos en que he presenciado en otras personas la restauración de su salud y retorno a una vida útil. He evidenciado mi progreso mientras he trabajado en los distintos puestos de una Sociedad de la Ciencia Cristiana, filial de La Iglesia Madre.
Con profunda humildad doy gracias a Dios por Su revelación de Sí mismo a esta época por medio de la Ciencia Cristiana. Aprecio el trabajo realizado por la Descubridora y Fundadora de la Ciencia Cristiana, Mrs. Eddy, cuyos escritos han bendecido en gran medida mi vida. Estoy sinceramente agradecida por la tierna provisión que fluye por todos los canales de La Iglesia Madre para bendecir a la humanidad.
Passage West, County Cork
República de Irlanda