Una sensación de enfermedad en el cuerpo puede demostrarse que es una ilusión. En realidad es discordancia mental exteriorizada, y puede ser destruida por la inspiración del sentido espiritual. La vívida comprensión de que el hombre es la imagen reflejada de Dios, el Todo-Mente perfecto, llena el pensamiento de paz y de armonía. Destruye todo malestar.
Porque Dios es Todo, Él sólo conoce y siente la bondad y concordia de Su propia substancia e inteligencia espiritual. El sempiterno, el siempre consciente Yo Soy, individualiza el bienestar de la verdadera sensación — Su amor, paz y gozo — en todos los hombres, en todas partes.
Esta unidad científica de Dios y el hombre es la base sobre la cual podemos afirmarnos y destruir las sensaciones de impaciencia, resentimiento, malicia, melancolía. Estos son enemigos mentales — pensamientos enfermizos — que son barridos a medida que sentimos y expresamos las cualidades relacionadas con el amor, como la gratitud, humildad, compasión y desinterés. Éstas nos elevan a la atmósfera de la Mente divina, hacia la vislumbre sanadora de la bendición de la sensación espiritual.
Iniciar sesión para ver esta página
Para tener acceso total a los Heraldos, active una cuenta usando su suscripción impresa del Heraldo ¡o suscríbase hoy a JSH-Online!