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LA CONTINUIDAD DE LA BIBLIA

[Una serie señalando el desarrollo progresivo del Cristo, la Verdad, a través de las Escrituras.]

Noé: “Pregonero de justicia”

Del número de diciembre de 1973 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


El patriarca Noé es un personaje de gran importancia a pesar de que no se tienen datos precisos que indiquen el lugar, o ni siquiera el país, en que nació. No se sabe nada acerca de su padre Lamech, pero su abuelo Matusalén se distingue por haber vivido más años que cualquier otro personaje mencionado en la Biblia.

Enoc, el bisabuelo de Noé, representa y anticipa esa obediencia y unidad con Dios que se reflejaron en la experiencia de Noé, quien, aceptando la advertencia divina acerca del diluvio de proporciones incalculables que vendría, dio los pasos necesarios para proteger a toda su familia y a los seres vivientes que tenía a su cuidado. Además, la descripción de Noé como “pregonero de justicia” (2 Pedro 2: 5) por cierto nos indica que es posible que él haya hecho esfuerzos persistentes, aunque quizás en vano, por convertir y así salvar a sus vecinos que se hallaban entregados al materialismo.

Se dice de Enoc dos veces en el capítulo 5 del Génesis: “Y caminó Enoc con Dios”, la cual es una frase significativa que se interpreta generalmente en el sentido de que Enoc estaba unido a su creador tan firmemente que, como el profeta Elías, pudo escapar de la severa experiencia de la muerte. Se cuenta que Enoc “no fue hallado, porque le tomó Dios consigo”. A pesar de que Noé no experimentó lo mismo en ese sentido, estaba dispuesto a obedecer cuando oía la voz de Dios. De él también se dice que “andaba con Dios” (Gén. 6:9), y habiendo probado que era justo y recto, fue aceptado por Dios.

A modo de contraste, sus contemporáneos anónimos, sumidos en la violencia, la inmoralidad y el materialismo, posiblemente se hubieran destruido entre sí si no los hubiera destruido el diluvio.

El libro del Génesis contiene relatos algo diversos sobre esta catástrofe, pero no hay por qué dudar de la exactitud de estos antiguos relatos bíblicos. La arqueología moderna nos ha provisto de datos irrefutables que evidencian las grandes inundaciones ocurridas, especialmente en una vasta área alrededor de los ríos Tigris y Éufrates que dejaron profundos y vastos yacimientos de cieno, los cuales sólo podían ser el resultado de un diluvio o inundaciones de grandes proporciones. En los tiempos modernos, a menudo se describe como áreas de desastre a aquellas afectadas por grandes inundaciones; de igual modo, un diluvio tan monumental como el que ocurrió en la época de Noé bien pudo considerarse por los antiguos habitantes del Cercano o Medio Oriente como el causante de la destrucción de toda la humanidad, a excepción de una pequeña parte de ésta.

Se requería de Noé valor, determinación, independencia y visión para construir un arca de dimensiones sin precedentes en respuesta al mandato de Dios, mientras que sus vecinos no se imaginaron de ningún modo la inminente calamidad que les amenazaba. No obstante, Noé procedió con persistencia con sus preparativos. Gracias a su obediencia, él, toda su familia y todos los seres vivientes que tenía a su cuidado fueron salvados, en tanto que aquellos que permanecieron ciegos al peligro y a su responsabilidad fueron destruidos.

En el undécimo capítulo de Hebreos, aparece un versículo que pone énfasis sobre la fe que sostuvo a Noé a lo largo de su experiencia, fe que le aseguró su supervivencia y su salvación así como la de todos aquellos que compartieron el arca con él. Así como la fe y la virtud contribuyeron directamente en la preservación demostrada en la corta historia de la vida y obra de Noé, así también, el destino de sus contemporáneos, fue la inevitable consecuencia de su extremada materialidad.

Noé permanece como un ejemplo extraordinario de un hombre que, aún cuando en ciertas ocasiones se olvidó de sus ideales, mostró notable persistencia en seguirlos, recibiendo de Dios la seguridad que contienen estas palabras: “Estableceré mi pacto con vosotros, y no exterminaré ya más toda carne con aguas de diluvio, ni habrá más diluvio para destruir la tierra” (Gén. 9:11).

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