Skip to main content Skip to search Skip to header Skip to footer

Preparándonos para una conferencia

Del número de diciembre de 1973 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


¿Qué podríamos hacer para estar seguros de que en nuestra próxima conferencia sobre Ciencia Cristiana se evidencien entre nuestros oyentes las cualidades de docilidad, inteligencia y visión?

Mrs. Eddy escribe: “Las vidas de todos los reformadores atestiguan la autenticidad de su misión, y apelan al mundo para que reconozcan el Principio divino de esta misión. Con razón se ha escrito:

‘Tú mismo tendrás que ser veraz,
si la verdad haz de enseñar ;
tu corazón tendrá que rebosar,
si al corazón de otro quieres llegar’ ”. Miscellaneous Writings, pág. 98;

Nosotros, miembros de la Iglesia de Cristo, Científico, estamos procurando verdaderamente ser reformadores, porque queremos que nuestras conferencias reformen el pensamiento y las vidas de quienes las escuchan. ¿No necesitamos, entonces, como reformadores, asegurarnos de que nuestras vidas “atestiguan la autenticidad” de nuestra misión? Los mejores preparativos para una conferencia, consistirán entonces en examinarnos nosotros mismos para ver si nuestra disposición para aprender y expresar inteligencia y visión están a la altura necesaria.

El escritor inglés Joseph Addison, dijo en cierta ocasión: “No hay nada que aceptemos de tan mala gana como un consejo”. Quizás debiéramos preguntarnos: “¿Soy realmente dócil? Cuando alguien me da un consejo amistoso, por muy amablemente que lo haga, ¿me sublevo o lo escucho humildemente?” Y, lo más importante, “¿tengo en cuenta cada instrucción dada por esos grandes maestros, Cristo Jesús y Mrs. Eddy?”

Sabemos que aun entre aquellos que el Maestro quiso ayudar, hubo muchos renuentes a escucharlo. Jesús dijo a sus discípulos: “Porque el corazón de este pueblo se ha engrosado, y con los oídos oyen pesadamente, y han cerrado sus ojos; para que no vean con los ojos, y oigan con los oídos, y con el corazón entiendan, y se conviertan, y yo los sane”. Mateo 13:15;

Entre aquellos que escuchan nuestras conferencias, es posible que haya algunos que tengan que renunciar a opiniones mantenidas durante toda su vida si han de progresar en el camino espiritual que la conferencia les señala. ¿Estamos ayudándoles a leudar su pensamiento renunciando nosotros mismos a nuestras propias arraigadas y viejas opiniones? ¿Estamos tan dispuestos a aprender como esperamos que otros lo estén?

La docilidad es una dulce cualidad, tan apropiada para los adultos como para los niños, en quienes a menudo estamos más dispuestos a reconocer esa virtud. A medida que nos esforzamos por obtener una comprensión más profunda de que, en realidad, el hijo de Dios es siempre receptivo al bien, nos disponemos con mayor agrado a abandonar el orgullo, el egoísmo y la obstinación que no forman parte de la naturaleza real y espiritual del hombre. Esta comprensión científica también nos ayuda a eliminar la resistencia de la atmósfera mental del conjunto de los oyentes.

La inteligencia, la siguiente cualidad que esperamos se evidencie entre los oyentes de nuestras conferencias, hace que la sabiduría influya en todos aquellos que toca. La verdadera inteligencia presta atención; jamás se distrae. Pero debido a que la mente humana se distrae fácilmente, tenemos que disciplinarnos para dar atención. En un sentido, dar significa devolver lo que se debe; dar atención es nuestro deber.

Ciertamente los Científicos Cristianos debemos prestar total atención a la Palabra de Dios en todo momento. En la proporción en que paguemos esta deuda, veremos que los invitados a nuestras conferencias responden a la atmósfera de la inteligencia que se expresa en la iglesia. Es natural mantener nuestra atención y profundizar nuestros pensamientos cuando oramos de todo corazón para reconocer que el hombre, creado a la imagen de Dios, refleja abundantemente la inteligencia que procede de su Padre, la Mente divina.

Hay personas que asisten a nuestras conferencias cuya sensibilidad a las ideas espirituales se ha embotado por haberse esclavizado a los irreflexivos sentidos físicos. A medida que los miembros de la iglesia van rechazando cada vez más las exigencias de estos sentidos en su propia vida, su cristianismo más profundo los provee de un ánimo inteligente y espiritual que se hará sentir abiertamente en las conferencias que auspicien. La vacuidad del ánimo carnal cederá ante la presencia del Cristo, y se vislumbrará la Verdad.

¿Pero qué podría impedir que los espinos ahoguen la semilla de la Verdad? ¿Qué decir de aquellos que parecen estar inspirados durante una conferencia pero que no persisten en su búsqueda de la Verdad?

Cristo Jesús, en una parte de la conocida parábola del sembrador, explicó que los afanes, las riquezas y los placeres de esta vida impiden el completo desarrollo del fruto de la Verdad en el pensamiento y carácter individual. La visión espiritual, que deja ver algo más que una vislumbre de la Verdad, es esencial para la eliminación de aquellos espinos. Podemos orar para ayudar a que todos los asistentes desarrollen esta visión, podemos orar para saber que la cualidad divina de percepción espiritual está, en realidad, siendo expresada plenamente por todo el auditorio.

Una vez más podemos recordar estas líneas citadas por Mrs. Eddy: “Tú mismo tendrás que ser veraz, si la verdad haz de enseñar”. Haremos un mejor trabajo metafísico para la conferencia si nos cercioramos primero de que nuestro propio jardín mental no está siendo ahogado por la maleza que los afanes de los negocios u obligaciones domésticas hacen crecer. Debiéramos pensar en si la ociosidad que ofrece la jubilación, o si los deleites tan absorbentes de viajes constantes no disminuyen nuestro servicio a Dios. Podemos preguntarnos: “¿Está aumentando mi propia visión espiritual gracias a un consagrado estudio, a la oración y a la correcta actividad?” La respuesta nos la da Mrs. Eddy: “La Verdad está revelada. Sólo es menester practicarla”. Ciencia y Salud, pág. 174.

Para explorar más contenido similar a este, lo invitamos a registrarse para recibir notificaciones semanales del Heraldo. Recibirá artículos, grabaciones de audio y anuncios directamente por WhatsApp o correo electrónico. 

Registrarse

Más en este número / diciembre de 1973

La misión del Heraldo

 “... para proclamar la actividad y disponibilidad universales de la Verdad...”

                                                                                                          Mary Baker Eddy

Saber más acerca del Heraldo y su misión.