Una mujer soltera o aquella que enfrenta la vida sola después de años de feliz matrimonio, puede encontrarse ante la oportunidad de hacer un gran descubrimiento. Puede percibir que, lejos de haber sido privada de algo, su vida es plena, llena de gozo, útil y enteramente satisfactoria.
Hasta hace relativamente pocos años, en la mayoría de los países había restricciones en el estado social y legal de la mujer. Hace cien años, un juez de la Suprema Corte de Justicia de los Estados Unidos, escribió lo siguiente en una resolución: “El destino y misión supremos de la mujer son los de llenar las nobles y humanas ocupaciones de esposa y madre. Ésta es la ley del Creador”. The New York Times, 23 de noviembre, 1971; Se deducía de ello que una mujer que nunca había sido esposa y madre — o que había dejado de serlo — no tenía misión, ni posición ni propósito en la sociedad. Éste era el concepto común sobre la mujer.
Cada vez se reconoce más que tal concepto del papel de la mujer en el mundo es una burda tergiversación de la verdad espiritual. La Ciencia Cristiana va a la vanguardia en la batalla por la liberación de la mujer de tal restricción. Sostiene que cada individuo, hombre y mujer, siendo creado por Dios, es el reflejo completo del Padre-Madre, la Mente divina, y tiene, por consiguiente, el derecho de expresar todas las cualidades divinas. Demuestra que es errónea la teoría de que la mujer es un ser individual incompleto. Esta teoría se basa sobre la creencia falsa de que la existencia de la mujer se debe a un sentido finito y material de la creación (representado en el libro del Génesis como Adán), en lugar de debérsela a Dios, la Mente divina e infinita, el verdadero creador de todo.
La Biblia revela que Dios, el Espíritu infinito, creó al hombre — el hombre genérico — exactamente a Su propia imagen, y que este hombre incluye a ambos, al hombre y la mujer. Cada representante individual del género humano, aunque claramente definido, incluye a la vez las cualidades masculinas y femeninas del ser de Dios que todo lo incluye. Mary Baker Eddy escribe en Ciencia y Salud: “El hombre y la mujer, coexistentes y eternos con Dios, por siempre reflejan, en calidad glorificada, al infinito Padre-Madre Dios”. Ciencia y Salud, pág. 516;
Todos en nuestro ser verdadero y espiritual, reflejamos todas las cualidades inherentes al Amor infinito, al mismo tiempo que reflejamos las ideas de armonía y realización que pertenecen al Alma. Todo hijo e hija de Dios expresa la vitalidad de la Vida eterna, la afluencia de la Verdad, la facultad creadora del Principio. Cada hijo de Dios es indispensable para la representación total de la naturaleza infinita del creador, y ocupa su propio lugar en el universo divino. Cada uno es único, claramente definido, independientemente intacto, aunque unido a los demás en un universo armonioso, coherente y espiritual. La ley divina nos asegura la oportunidad de expresar nuestro potencial total como ideas de Dios, y la Ciencia Cristiana alienta a la mujer a ejercer esta prerrogativa espiritual y demostrar así satisfacción total en su experiencia humana.
Hoy en día se están corrigiendo muchas injusticias legales y sociales con respecto a la mujer, soltera o casada. Se está destruyendo el estereotipo de la mujer que la presenta meramente como un ayudante idóneo y madre de mortales. Gran parte de esta reforma se atribuye a pioneros valientes.
Se destaca entre ellos Mary Baker Eddy, Descubridora y Fundadora de la Ciencia Cristiana. A pesar de la oposición imponente, llegó a ser una conductora religiosa mundial, autora de varios libros de valor perdurable, fundadora de tres publicaciones periódicas y de un diario internacional; todo esto llevado a cabo en una época en que se consideraba extraño que una mujer se aventurase a desempeñar otras ocupaciones que no fueran las de esposa y madre.
Quedando viuda en su temprana madurez, despojada de su hijo, la posición legal y social de Mrs. Eddy era de poca importancia, según la opinión de esa época. Mas la comprensión de Dios y de Su creación la sostuvo y le permitió vencer las restricciones del convencionalismo, prejuicio e insensatez de la creencia mundial. Probó que el Padre divino provee todo el cuidado de un esposo — las cualidades fortalecedoras y la ayuda humana — todo lo que puede necesitar una mujer sola para sostenerse. Triunfó en el cumplimiento del propósito que Dios le había deparado.
La Ciencia Cristiana sostiene que una mujer soltera no es un hijo de Dios creado a medias, sino un representante íntegro y completo del Padre-Madre infinito. No está privada de las cualidades espirituales del hombre debido a su soltería o viudez. Tampoco debe aceptar la falsa sugestión mortal de que su vida está vacía por no tener hijos. La Vida es Dios y la alegría de vivir, en el sentido más amplio y satisfactorio, no se le niega a quien no tiene un compañero.
Cristo Jesús detuvo el cortejo fúnebre en las puertas de Naín. Resucitó al hijo de la viuda y “lo dio a su madre”. Lucas 7:15. Al hacerlo le restituyó a ella su posición en la sociedad de acuerdo a las costumbres de aquella época.
Hoy día, la Ciencia Cristiana está restituyendo a la mujer su consciencia de plenitud que le pertenece y así está ayudando a poner fin a la sensación de vacío, tedio, soledad, falta de dirección y fortaleza, y al concepto de que no está socialmente adecuada, concepto que la falsa creencia mortal quisiera imponerle.
La mujer que resueltamente rechaza la restringida definición de su propia existencia como relacionada sólo a los mortales y se esfuerza por expresar su plena identidad espiritual como la expresión indispensable de Dios, puede demostrar ahora su propia plenitud otorgada por Dios. Puede sentirse más feliz y más satisfecha de lo que jamás se haya sentido antes.