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La importancia de los comités en las iglesias filiales

[Original en francés]

Del número de diciembre de 1973 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Las filiales de La Primera Iglesia de Cristo, Científico, en Boston, Massachusetts, no deben, al organizarse, subestimar la importancia de la formación de sus distintos comités encargados de las funciones de actividades específicas en el marco de la actividad general de una iglesia filial. Del buen o mal funcionamiento de estos comités, o de uno solo de ellos, depende el buen o mal funcionamiento de toda la organización de la filial.

Por cierto, cuando un comité no se desempeña debidamente, todos los miembros de la iglesia lo sienten, conscientemente o no, como un “aguijón en [la] carne” 2 Cor. 12:7; y se ven más o menos afectados por la situación. En ese caso es necesario orar científicamente para librar a toda la iglesia filial de lo que quisiera impedirle demostrar la totalidad del bien a los ojos de todos los observadores.

Debemos recordar que el Científico Cristiano se ha resuelto a desarrollar esta demostración y a llevarla a cabo con lo mejor de sí, mediante la obediencia a los Artículos de Fe de La Iglesia Madre, que se comprometió a cumplir, al afiliarse a una iglesia filia, aunque en esa fecha no hubiera sido miembro de La Iglesia Madre. El último Artículo de Fe dice así: “Y prometemos solemnemente velar, y orar por tener en nosotros aquella Mente que estaba también en Cristo Jesús; hacer con los demás lo que quisiéramos que hicieren con nosotros; y ser misericordiosos, justos y puros”. Ciencia y Salud, pág. 497;

Mrs. Eddy, que descubrió y fundó la Ciencia Cristiana, dice: “El Científico Cristiano se ha alistado para aminorar el mal, la enfermedad y la muerte; y los vencerá comprendiendo su irrealidad y la totalidad de Dios, el bien”. pág. 450; Por lo tanto, es de suma importancia que la Iglesia de Cristo, Científico, que representa la Ciencia Cristiana en todo el mundo, funcione del modo más perfecto posible, conformándose así a la elevada norma de “Iglesia” que Mrs. Eddy nos da en el Glosario de Ciencia y Salud: “La estructura de la Verdad y el Amor; todo lo que descansa en el Principio divino y procede de él.

“La Iglesia es aquella institución que da prueba de su utilidad y se halla elevando la raza humana, despertando el entendimiento dormido de sus creencias materiales a la comprensión de las ideas espirituales y a la demostración de la Ciencia divina, así echando fuera los demonios, o el error, y sanando a los enfermos”. pág. 583 ;

Es evidente que una definición como ésta de los deberes de la “institución” no puede dejar duda alguna respecto de la importancia de la función de todos los comités de nuestras iglesias filiales, pues la definición citada es ciertamente aplicable a cada una de ellas.

Supongamos que los miembros de una Iglesia de Cristo Científico, llegaran a preguntarse por qué sus cultos dominicales o las reuniones de testimonios de los miércoles tienen poca concurrencia. La solución podría ser, por ejemplo, elevar los objetivos y motivos del comité de ujieres. Bien puede ocurrir que los ujieres, en lugar de dar la bienvenida a cada persona que entra en la iglesia, como si se la diera a su más caro amigo, merecedor de todo interés, amor o atención, hayan ido cayendo en hábitos de pasividad y dejado que sus gestos y sonrisas sean sólo un vacuo formalismo.

Las funciones específicas de un comité, por ejemplo, el de ujieres, requieren preparación metafísica y la expresión de cualidades espirituales. Tienen vital importancia para el buen funcionamiento de una iglesia filial, para su progreso en lo que se refiere a la espiritualización del pensamiento y para el aumento del número de miembros. En todos los casos se pueden discernir y aplicar las medidas más de acuerdo con la enseñanza de la Ciencia Cristiana y dar nueva profundidad a una actividad inspiradora y de gran riqueza.

En una iglesia filial no hay comités “secundarios”. El solo hecho de considerar que algún comité lo es, pondría de manifiesto un error de apreciación. La actividad divina nunca puede expresarse de manera inferior, pues es la demostración real de la gloria infinita de Dios expresada por toda Su creación.

No se actúa con “modestia” o “humildad” cuando se considera que un comité tiene escasa importancia debido a que está compuesto de pocos miembros o porque sus tareas parecen de menor significación que las de otros comités. Por el contrario, pensar de esa forma sería incurrir en error.

Cristo Jesús comparó el reino de los cielos con el hombre que, al salir de viaje, entregó cinco talentos a uno de sus siervos, dos a otro, y uno a un tercero. El primer siervo los negoció y obtuvo otros cinco. A su regreso, el amo le manifestó su aprobación y le recompensó. Lo mismo ocurrió con el segundo siervo. El último siervo, sin embargo, que no supo apreciar el verdadero valor del único talento que se le había confiado y que erró gravemente en su juicio sobre el amo, fue castigado y echado “en las tinieblas de afuera” Mateo 25:30; porque al enterrar su talento no lo había usado.

¡Qué lección maravillosa podemos deducir de esta enseñanza de nuestro Maestro, que muestra la gloriosa percepción que él tenía de su propia misión y que le permitió llevarla a cabo!

Es menester que comprendamos que si Dios nos confía una tarea en la iglesia, debemos consagrar todas nuestras energías para cumplirlas, sin subestimarla ni subestimar, por ende, a Quien nos la confió. Aun el comité más reducido puede dar testimonio, no del valor de los individuos que lo componen, sino de las amplísimas dimensiones que la práctica de la Ciencia Cristiana puede atribuir al acto que parece más insignificante, pues ese acto puede y debe ser la expresión de la mente iluminada por el Cristo, la Verdad. La acción de la Verdad indestructible no tiene límites.

Velemos y oremos, pues, “por tener en nosotros aquella Mente que estaba también en Cristo Jesús”. De ese modo podremos dar a las actividades de nuestros diversos comités su debida importancia, cosa que es fundamental para el progreso y gloria de nuestra Causa en el mundo.

Podremos así estar en mejor situación para hacer nuestras estas palabras del Apóstol Pedro: “Vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable”. 1 Pedro 2:9.

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