¿Se ve Ud. ante la necesidad de cambiar de trabajo, o quizás quiera Ud. cambiar su domicilio? ¿Teme Ud. que sus anhelos y esperanzas no se vean cumplidos? Si es así, piense por un momento en esta verdad: Que, en realidad, Ud. es el hijo de Dios siempre provisto de todo lo que necesita. Si Ud. mantiene este concepto acerca de Ud. mismo, puede esperar gozoso y confiado el cambio que sea necesario. Dios, el Amor divino, siempre presente y capaz de satisfacer nuestras necesidades, ya ha allanado el camino y ya ha hecho provisión para Ud. como lo hace para todos Sus hijos.
Con frecuencia, el cambio de un ambiente que nos agrada puede parecer que cambia toda nuestra vida; sin embargo, cuando subordinamos nuestra voluntad a la voluntad divina, el cambio siempre puede significar progreso. Las palabras de Cristo Jesús: “Hágase tu voluntad”, Mateo 6:10; adquieren un significado más profundo.
Después de la Segunda Guerra Mundial me era difícil obtener una vivienda adecuada para mi familia y periódicamente me veía obligado a buscar una casa más grande. Siempre me sentí agradecido por saber que el hogar verdadero es una idea espiritual que nunca podía ser separada de mí o de mis seres queridos. Me aferré a la verdad de que mi derecho a reclamar la presencia del hogar para nosotros tenía un fundamento divino. El resultado fue que cada traslado trajo progreso y nos llevó inevitablemente hacia mayores bendiciones.
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