¿Se ve Ud. ante la necesidad de cambiar de trabajo, o quizás quiera Ud. cambiar su domicilio? ¿Teme Ud. que sus anhelos y esperanzas no se vean cumplidos? Si es así, piense por un momento en esta verdad: Que, en realidad, Ud. es el hijo de Dios siempre provisto de todo lo que necesita. Si Ud. mantiene este concepto acerca de Ud. mismo, puede esperar gozoso y confiado el cambio que sea necesario. Dios, el Amor divino, siempre presente y capaz de satisfacer nuestras necesidades, ya ha allanado el camino y ya ha hecho provisión para Ud. como lo hace para todos Sus hijos.
Con frecuencia, el cambio de un ambiente que nos agrada puede parecer que cambia toda nuestra vida; sin embargo, cuando subordinamos nuestra voluntad a la voluntad divina, el cambio siempre puede significar progreso. Las palabras de Cristo Jesús: “Hágase tu voluntad”, Mateo 6:10; adquieren un significado más profundo.
Después de la Segunda Guerra Mundial me era difícil obtener una vivienda adecuada para mi familia y periódicamente me veía obligado a buscar una casa más grande. Siempre me sentí agradecido por saber que el hogar verdadero es una idea espiritual que nunca podía ser separada de mí o de mis seres queridos. Me aferré a la verdad de que mi derecho a reclamar la presencia del hogar para nosotros tenía un fundamento divino. El resultado fue que cada traslado trajo progreso y nos llevó inevitablemente hacia mayores bendiciones.
La Ciencia Cristiana no admite el estancamiento en el progreso humano. Declara que el progreso es la consecuencia directa del pensamiento inspirado acerca de Dios, el hombre y la ley divina. En el libro de texto de la Ciencia Cristiana leemos que “el progreso es la ley de Dios, cuya ley exige de nosotros sólo lo que ciertamente podemos cumplir”.Ciencia y Salud, pág. 233 ;
Encontramos paz y seguridad en el conocimiento de que nuestro ser verdadero nunca puede estar sujeto a ningún cambio, sino que siempre se está moviendo en la órbita divina. Dios “a sus ángeles mandará acerca de ti, que te guarden en todos tus caminos”. Salmo 91:11; Bajo Sus alas encontramos protección, refugio y seguridad. El hombre creado por Dios nunca puede cambiar su punto de partida espiritual. Cuando sabemos esta verdad, nos liberamos de la preocupación humana de haber perdido esto o aquello o de que posiblemente no estamos a la altura de las exigencias que se nos hacen. ¡Podemos esperar con anticipado placer el próximo paso más allá de nuestra limitada visión presente y avanzar con valentía!
Es útil examinar de qué manera los primeros cristianos se trasladaban de una ciudad a otra en sus viajes para predicar la verdad. Frecuentemente mudaban su residencia y lugares de actividad. ¡Pero con qué gozo lo hacían! Llevaban adelante su santa misión de dar a conocer el Cristo a todos. En Hechos se dice que después de que algunos de ellos dieron testimonio de la verdad ante el concilio y fueron azotados, “salieron de la presencia del concilio, gozosos de haber sido tenidos por dignos de padecer afrenta por causa del Nombre”. Hechos 5:41. Para ellos cada día estaba lleno de demostraciones del poder del Cristo, y dieron prueba de la ley divina sanando de enfermedades y pecados a todos los que los rodeaban.
También hay otro aspecto importante que podemos tener en cuenta: Puesto que bajo la ley de Dios nada sucede por casualidad, podemos estar agradecidos por el progreso asociado con un cambio, pues ciertamente se nos guiará a nuevas oportunidades de llevar la Ciencia Cristiana a nuestro nuevo ambiente. ¿Tenemos siempre presente cuántas personas entre las que encontramos necesitan ayuda? ¿Acaso el mismo cambio que nos exige nuestro progreso espiritual no será también importante para otras personas?
¡Debemos abrir ampliamente nuestro pensamiento a las ilimitadas posibilidades que pueden acompañar un cambio y esperar gozosos el próximo paso más allá de nuestro horizonte actual!
