Paz, gracia, coordinación — el atletismo brinda la oportunidad de ejercitar las cualidades espirituales como hijos de Dios. Debido a que el hombre, como la fácil expresión de Dios, ejercita la fuerza verdadera sin agotamiento, no tenemos por qué dudar jamás del poder de Dios para levantar, impulsar, y dar energía a cada acción nuestra.
A veces viene el temor de que nos faltará la fuerza, o de que somos básicamente torpes. Estas sugestiones no son legítimas, y no tenemos por qué aceptarlas. Son ellas distracciones, falsos temores, que quisieran estorbar innecesariamente nuestras habilidades. La Sra. Eddy declara: “No podemos sondear la naturaleza y cualidad de la creación de Dios, sumergiéndonos en los bajíos de la creencia mortal. Tenemos que invertir nuestros débiles aleteos — nuestros esfuerzos por encontrar vida y verdad en la materia — y elevarnos por encima del testimonio de los sentidos materiales, por encima de lo mortal, hacia la idea inmortal de Dios. Estas vistas más claras y elevadas inspiran al hombre, creado a la semejanza de Dios, a alcanzar el centro y la circunferencia absolutos de su ser”.Ciencia y Salud, pág. 262;
La Ciencia Cristiana nos insta a que busquemos vida en el sentido inmortal del ser, dejando atrás la debilidad y cansancio materiales. Este proceso de abandonar lo físico por lo espiritual es un proceso de cambio. Cuando aceptamos la infinita habilidad que Dios está expresando por medio del hombre, podemos cambiar el estancamiento por el crecimiento, la debilidad por la fuerza, y el aburrimiento por la facultad creadora. Si esto pareciera difícil, podemos recordar que el bien es la única atracción real como también el único poder impulsor. Cuando comprendemos que Dios sabe lo que es mejor para nosotros, aprendemos a tomar el camino de Cristo Jesús de querer que se haga la voluntad de Dios. Y buscaremos el valor positivo en toda experiencia que encaremos.
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