No todos los que a veces desacatan la ley se encuentran tras las rejas de una prisión: ¿lo estamos nosotros acaso? Y, sin embargo, quizás pensemos que somos razonablemente obedientes a la ley, y, tal vez en el sentido habitual de la expresión, lo somos. Con todo, hasta que nos sentimos impelidos a mirar más allá de las leyes — las leyes del país — y considerar la naturaleza de la ley misma, la ley de Dios, no comprendemos la importancia de amar realmente la ley ni la posibilidad de hacerlo.
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