Los sociólogos y otros expertos afirman que vivimos en una época de cambios intensos. Y advierten que es probable que el ritmo de cambios se acelere. Generalmente se piensa que la tensión de los cambios acelerados causan colapsos mentales, físicos o sociales. La industrialización, unida a la urbanización, está haciendo que las formas de vida tradicionales se hallen en un estado de confusión. Se están abandonando muchas costumbres familiares antiguas y, en muchos casos, nuevas actitudes que son indeseables están ocupando su lugar.
Pero los malos efectos de los cambios pueden ser neutralizados en nuestra vida por medio de una mayor comprensión espiritual de Dios, el hombre y la vida. Las verdades espiritualmente científicas están ayudando a muchos a permanecer imperturbables frente a los continuos cambios. Además, estas mismas verdades producen cambios y ajustes en la escena humana, cuyo efecto final será totalmente bueno.
Los hechos fundamentales de la existencia son espirituales y no materiales. El hombre no es un mortal social golpeado por condiciones extrañas que no puede dominar por no estar bien preparado. Tiene únicamente una identidad espiritual y refleja la naturaleza invariable de la Verdad universal, Dios. Nada es más seguro y consolador, cuando estamos rodeados de evidencias de malos cambios, que comprender que el progreso del hombre es completamente espiritual. Es la manifestación de la Mente.
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