¿Se ha preguntado Ud. alguna vez: “Es la instrucción en clase para mí? ¿La necesito para comprender la Ciencia Cristiana totalmente? ¿No podría acaso llegar a estar tan consciente de las cosas del Espíritu mediante mi propio crecimiento individual y mi propia comprensión? ¿No puede acaso mi propio estudio darme la habilidad para sanar?”
Muchas personas han probado el poder sanador de la Verdad en grado notable por su propio trabajo, como lo confirma el capítulo final de Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras por Mary Baker Eddy. Pero los que pasan instrucción en clase encuentran que ella inspira, ilumina y fortalece su estudio y práctica de la Ciencia Cristiana. También tienen la inspiración adicional que resulta de la reunión anual de los alumnos de su maestro.
La Sra. Eddy hace comentarios sobre la enseñanza en el capítulo Recapitulación en el libro de texto. En respuesta a la pregunta: “¿Quiere usted explicar lo que es la enfermedad y enseñar cómo ha de curarse?” dice: “Una respuesta completa a la pregunta susodicha implica la enseñanza, la cual capacita al sanador para demostrar y probar por sí mismo el Principio y la regla de la Ciencia Cristiana o la curación metafísica”.Ciencia y Salud, pág. 493 ; Luego ella esboza algunos de los puntos principales a considerar.
Bien, Ud. puede preguntar: “¿Qué es la instrucción en clase en la Ciencia Cristiana? ¿Cuál es su valor y su propósito? ¿Qué puede hacer por mí?”
Todas las clases Primarias se enseñan del capítulo titulado Recapitulación de Ciencia y Salud. Fue el libro de texto que usó en sus clases la Sra. Eddy y este capítulo expone sus enseñanzas. Dilucida la metafísica de la Ciencia divina como nada más puede hacerlo. La instrucción en clase hace que el estudio de la Ciencia Cristiana “se vitalice” para sus estudiantes. Nuestro estudio entonces asume un significado nuevo y más profundo.
Por medio de la instrucción impartida en clase aprendemos a comprender a Dios y al hombre como nunca antes lo habíamos hecho. La totalidad y la perfección de Dios resplandecen mediante la revelación de la Verdad, disipando la ilusión del dualismo — la creencia en el bien y el mal, el Espíritu y la materia — y haciendo evidente la nada del mal y de la materia. Por medio del razonamiento espiritual se comprende poco a poco el parentesco inquebrantable que existe entre Dios y el hombre.
La instrucción en clase nos enseña cómo descubrir y dominar las pretensiones del mal, o el magnetismo animal, de modo que podamos sanar y ayudar al mundo. Produce pensadores profundos. El crecimiento espiritual de los estudiantes se traduce en maestros de Escuelas Dominicales eficientes e inspirados, en consagrados trabajadores de iglesia, y por medio de la aplicación de lo que aprendieron en la clase, muchos estudiantes se convierten en experimentados practicistas y maestros de la Ciencia Cristiana.
¿Cómo nos preparamos para la clase y cuándo sabemos que estamos preparados para ella? Naturalmente que es esencial estar familiarizado con la Biblia y con los escritos de la Sra. Eddy, que descubrió y fundó la Ciencia Cristiana. Y más importante todavía es el móvil desinteresado y el deseo de crecer en comprensión espiritual y de ayudar a otros.
¿Oramos para comprender a Dios y amarlo más? ¿Realmente queremos aprender la aplicación práctica de la Ciencia Cristiana en la curación? ¿Nos acercamos a nuestro prójimo con amor y compasión? ¿Somos sinceros y reverentes? Entonces, nuestro corazón está hablando en alta voz y claramente para guiarnos.
¿Estamos empezando a comprender que la Ciencia Cristiana es la revelación completa de la Verdad, es decir, el Consolador prometido por el Maestro, Cristo Jesús? ¿Amamos y apreciamos a nuestra Guía, la Sra. Eddy, quien dice acerca de la Ciencia: “Más allá de las débiles premisas de las creencias humanas, por encima de la dominación cada vez más floja de las doctrinas, la demostración de la curación cristiana por la Mente perdura como Ciencia revelada y práctica”? ibid., pág. 98 ; Entonces el Amor está preparándonos para las riquezas de la instrucción en clase. Sabemos que estamos preparados.
Puesto que la instrucción en clase está gobernada por la ley de Dios, hallaremos que cada aspecto de ella se ubica perfectamente en su lugar. Tanto el maestro como el alumno están gobernados por esta ley al encontrarse el uno con el otro. La oportunidad se presenta y el momento es el apropiado. El sagrado propósito del Amor es revelado y sentimos su impulso.
Podemos descubrir cualquier argumento sutil que quisiera impedir este paso progresivo. A veces la timidez o el menosprecio de sí mismo arguye que es nuestro propio pensamiento. A menudo es el falso sentido de responsabilidad para con la familia o tal vez sea la falta de tiempo o de dinero. Sin embargo, si aún no estamos preparados para tomar instrucción en clase, podemos hacer todo lo necesario para prepararnos. Nuestra Guía, la Sra. Eddy, nos dice: “No nos pertenecen ni el pasado ni el futuro, sólo nos pertenece el ahora”. Y ella señala que “todo lo que debemos hacer y que no podemos hacer ahora, Dios prepara el camino para que lo hagamos; mientras que lo que podemos hacer ahora y no lo hacemos, aumenta nuestra deuda para con Dios”.The First Church of Christ, Scientist, and Miscellany, pág. 12;
¿Estamos indecisos, sin tener ninguna buena razón, de si debemos dar el importante paso de tomar instrucción en clase? ¿O simplemente lo estamos aplazando para el futuro? Entonces podemos prestar atención a las palabras de Pablo a los Romanos: “Es ya hora de levantarnos del sueño.. . La noche está avanzada, y se acerca el día”. Rom. 13:11, 12.
