Por medio de la radio, los periódicos, la televisión y otros medios de comunicación, el mundo continuamente le está sugiriendo a nuestro pensamiento que ciertas circunstancias son afortunadas, algunas empresas, desdichadas y que existe un sinnúmero de fuerzas contendientes operando en la experiencia humana haciendo la vida muy incierta. Mas la Ciencia Cristiana revela que Dios solo gobierna al hombre y el universo, y que Su gobierno es eternamente armonioso, constante, inmutable. El hombre de Dios no está sujeto al azar, al cambio, o a la suerte porque Dios es el bien infinito, Verdad omnipotente. Él no divide Su gobierno con algún otro poder, puesto que no existe otro poder verdadero. Dios es Padre y Madre de Su propia perfecta creación, y esta creación continuamente le refleja y está por siempre en unidad con Él.
Dios es Verdad infinita, y la Verdad no sabe de incertidumbre. La Sra. Eddy escribe: “La Verdad es Dios, y está en la ley de Dios. Esta ley declara que la Verdad es Todo, y que no existe el error. Esta ley de la Verdad destruye cada fase del error”.La Unidad del Bien, pág. 4; ¡Qué valor y fortaleza emanan de saber que Dios es Verdad invariable y que la Verdad es Principio divino, siempre presente! No existe otro poder o presencia que gobierne o dirija nuestro destino o influya nuestro pensamiento y nuestra acción. Esta comprensión espiritual puesta en práctica diaria, nos protege, dándonos dominio sobre cualquier circunstancia indeseable o discordante que pueda presentarse. Destruye el temor al presente o al futuro y supera falsas creencias de enfermedades hereditarias, accidentes y sucesos inevitables, dándonos confianza en el poder protector de Dios y la seguridad de salud, armonía y dirección.
La Ciencia Cristiana rechaza la creencia general de que la vida es un juego de azar y que no hay nada que podamos hacer para evitar que sea así. Muestra que la creencia humana en el azar, o en buena o mala fortuna, no es cierta y que no afecta al hombre hecho a la semejanza de Dios. Dios solo es el origen del hombre, y Él preserva Su propia imagen en perfección invariable. El hombre no tiene derecho a ser la víctima o el agente de las creencias del mal. El hombre existe para expresar a Dios, el bien. Él es el testigo de la Verdad y refleja e incorpora la certeza de la Verdad. Cuando llegamos a comprender estas verdades, ellas constituyen una nueva norma para nuestro diario vivir. Nos esforzamos por hacer que todo pensamiento, palabra y obra expresen el juicio de la sabiduría divina. Sabemos que jamás podemos separar de Dios nuestro ser y nuestras acciones, más de lo que podríamos separar nuestra vida del Principio divino que nos anima.
En el estudio de matemáticas, se obtiene la solución de cada problema adhiriéndose a reglas y leyes exactas. Podemos apreciar cuán imposible sería la solución de un problema que enfrentara un matemático si la ciencia de las matemáticas estuviera sujeta la azar o al cambio, o si, bajo ciertas circunstancias, sus reglas y leyes no fueran dignas de confianza. Pero esto no es verdad. De la misma manera, en la Ciencia de la Verdad, la Ciencia de Dios y el hombre, no existe incertidumbre. Las reglas por las cuales se obtienen salud, armonía y felicidad son invariables, son demostrables. Es por esto que podemos probar estas leyes en nuestra experiencia diaria con certeza científica.
En Ciencia y Salud la Sra. Eddy explica muy detalladamente cómo pueden aplicarse y demostrarse ventajosamente en la experiencia humana las reglas de la Ciencia divina. Escribe: “Mantened perpetuamente este pensamiento, — que es la idea espiritual, el Espíritu Santo y Cristo, que os capacita para demostrar con certeza científica la regla de la curación, basada en su Principio divino, el Amor, que subyace, cobija y rodea todo el ser verdadero”.Ciencia y Salud, pág. 496;
La Biblia contiene muchos relatos de hombres y mujeres que confiaron en Dios, que fueron salvados de condiciones desfavorables y de un llamado destino irrevocable. Sus experiencias de curación y restauración resultaron de su comprensión de la operación natural de la ley de Dios, Verdad y Amor divinos. Cristo Jesús destruyó el argumento de la muerte al restaurar a Lázaro después de que había permanecido en la tumba cuatro días. El Apóstol Pablo, en la isla de Malta, fue protegido contra el daño cuando una víbora ponzoñosa “se le prendió en la mano”. Hechos 28:3; Y cuando Eutico había caído accidentalmente “del tercer piso abajo, y fue levantado muerto”, 20:9; Pablo inmediatamente lo resucitó.
La verdad científica sanadora iluminó la consciencia de la Sra. Eddy con tal claridad y tal certeza que fue sanada de los severos efectos de un accidente y recobró su salud. Sobre este incidente escribe en Ciencia y Salud: “En el año de 1866 descubrí la Ciencia de Cristo o las leyes divinas de la Vida, la Verdad y el Amor, y le dí a mi descubrimiento el nombre de «Christian Science» [Ciencia Cristiana]. Dios en Su gracia me había estado preparando durante muchos años para la recepción de esta revelación final del Principio divino y absoluto de la curación mental científica”. Y continúa: “Este Principio apodíctico señala hacia la revelación del Emmanuel, o ‘Dios con nosotros’, — la eterna presencia soberana, que libra a los hijos de los hombres de todo mal ‘de que es heredera la carne’ ”.Ciencia y Salud, pág. 107;
El Científico Cristiano puede aplicar estas leyes de la Vida, la Verdad y el Amor con certeza científica tanto para él mismo como para los demás sanando la enfermedad y liberando a aquellos que están en el cautiverio del temor, la superstición, la injusticia y el pecado. Puede ir adelante cada día con fe en la guía, gobierno y protección infalibles del Amor. Convencido de la certeza de la Verdad, puede decir en las palabras del Salmista: “Alma mía, en Dios solamente reposa, porque de él es mi esperanza”. Salmo 62:5.
