Con cuánto amor
habrá contemplado
Jesús,
desde la cruz,
a Juan —
tan fiel
en el oprobio
como lo fue
en la gloria.
El único
que de los doce
quedó.
¿No había dicho Jesús
acaso:
“Todos vosotros os
escandalizaréis
de mí esta noche;
porque escrito está:
Heriré al pastor, y las ovejas
del rebaño serán dispersadas”?
Mas,
he aquí,
que Juan
firme permaneció,
inmutable,
echando fuera con
amor,
su gran temor.
Y Jesús,
mirándolo desde la cruz,
hizo a Juan
su propio hermano,
en la tierra
como en el cielo.
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