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[Escrito a la edad de siete años.]

Una tarde sentí que no podía doblar la rodilla...

Del número de octubre de 1975 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Una tarde sentí que no podía doblar la rodilla y me dolía. Le pedí a mi mamá que me ayudara a orar para sanar.

En nuestra oración juntos, comprendimos que, debido a que Dios es Espíritu y sólo conoce el bien, no conoce la material ni sabe nada acerca de rodillas que no pueden doblarse.

Era hora de acostarme. Mi papá me leyó un testimonio de una curación efectuada por medio de la oración a Dios. Me sentí muy contento de saber que Dios había sanado a esa persona. Cuando papá terminó de leerme el testimonio, traté de doblar la rodilla. Al hacerlo percibí que sólo existe el bien y que yo era hijo de Dios. Entonces pude doblar la rodilla. Sentí mucha gratitud por el Amor.

Cuando tenía tres años y medio, mi maestra de la Escuela Dominical me pidió que aprendiera de memoria la primera parte de esta frase de Ciencia y Salud por la Sra. Eddy: “Dios está en todas partes, y nada fuera de Él está presente ni tiene poder” (pág. 473).

Aún recuerdo esta frase y pienso en ella cuando tengo problemas. Sé que soy hijo de Dios.


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