Serenidad en momentos de desorden, calma que reemplaza la inquietud, confianza que vence el temor, paz en medio de una familia robusta y bulliciosa, son cualidades que todos, hombres y mujeres, pueden expresar porque estas cualidades provienen de Dios y pertenecen a todos Sus hijos.
Aprendemos mediante la Ciencia Cristiana que reflejamos las cualidades de Dios y que, en la proporción en que las expresamos en nuestra experiencia humana, nos capacitan para vencer el mal y enaltecer el bien. La serena confianza, la gentileza, la tranquila esperanza del bien, son componentes eficaces de la inspiración. Se desarrollan en la experiencia humana a medida que percibimos el hecho de que “vivimos, y nos movemos, y somos” Hechos 17:28; en Dios. Estas cualidades se manifiestan al reconocer nuestra propia identidad como ideas de Dios, la Mente inmortal.
Dios está con nosotros constantemente, amándonos incesantemente. El conocer esta verdad revela la relación de causa y efecto entre Dios, el bien, el único creador y Su idea, el hombre. La Sra. Eddy escribe: “Sólo hay una causa primordial. Por tanto, no puede haber efecto de ninguna otra causa, y no puede haber realidad en nada que no proceda de esta causa grande y única”.Ciencia y Salud, pág. 207;
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