En un hermoso día de primavera detuve mi automóvil en un parque junto al océano. Tenía las ventanillas abiertas y una abeja de gran tamaño entró volando y luego trató de salir por la parte curva del parabrisa. Cada vez que yo intentaba ayudarla a encontrar la ventanilla abierta, zumbaba desatinadamente por el automóvil volviendo al parabrisa. Parecía muy segura de llegar a las hermosas flores del parque volando a través del parabrisa. Podía decirse que las apariencias habían “aprisionado” a la abeja dentro del auto.
A menudo vemos a una persona aparentemente aprisionada en el mal genio, lo cual limita su progreso. Tal vez nosotros mismos tenemos algunos defectos que impiden que seamos felices, que tengamos éxito o que se nos quiera. Con frecuencia clasificamos estos defectos como tendencias temperamentales, como rasgos desagradables de carácter o como características nacionales heredadas.
Algunos de estos defectos son la impaciencia, los celos, la obstinación, el mal genio, el egotismo, el egoísmo, la manía de criticar, los caprichos, y ellos pueden hacer que nuestra vida y la de los que nos rodean sean muy desdichadas. Aun cuando los reconozcamos por lo que son y deseemos liberarnos de ellos, pueden parecer como si nos fueran inherentes, a tal grado que nos sentimos “aprisionados” en ellos.
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