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¿Puede superarse la pobreza?

Del número de octubre de 1975 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


La pobreza se asoma considerablemente en el horizonte de la sociedad de nuestros días. Se proponen y estudian programas para combatir la extrema pobreza que afecta a casi todas las naciones y razas. ¿Existe alguna manera efectiva de hacer que la riqueza esté más al alcance de todos y garantice la subsistencia a todos los hombres? La Ciencia Cristiana dice que sí, pero también enseña que la pobreza jamás será eliminada únicamente por medios y leyes humanos.

Mientras que la legislación humana es incuestionablemente necesaria en el estado actual de desarrollo mundial y todos los medios apropiados deben ser explorados para aliviar la carga de nuestros semejantes, la Ciencia Cristiana ofrece una solución espiritual práctica y definitiva a este problema que ha plagado a la humanidad a través de los siglos. En la Ciencia Cristiana, la pobreza es un problema básicamente individual, y para solucionarlo definitivamente se tiene que resolver individualmente.

La Ciencia Cristiana comienza por resolver el problema en pensamientos puesto que el problema es principalmente mental. Todo lo que nos ocurre en nuestra vida diaria es una exteriorización de nuestro pensamiento y de las creencias que hemos aceptado. Algunas personas han aceptado la pobreza como algo normal en su vida, pero, en realidad, es solamente un falso modelo impuesto que puede quebrarse. La Sra. Eddy utiliza la palabra “pobreza” sólo una vez en su obra principal, Ciencia y Salud, pero en este pasaje está la solución al problema. Comentando sobre las narraciones del Nuevo Testamento, la Sra. Eddy escribe: “Jesús las ilumina, mostrando la pobreza de la existencia mortal, pero compensando abundantemente la miseria y el dolor humanos con ganancias espirituales”.Ciencia y Salud, pág. 501;

En realidad, la base de toda carencia o limitación no radica en habilidad o recursos insuficientes, sino en identificar al hombre como mortal, como participando de “la pobreza de la existencia mortal”. Siendo menguada, la existencia mortal no tiene nada que dar. Todo el bien, todo lo que constituye la realidad, todo lo que uno verdaderamente anhela, se encuentra en el Espíritu y en el sentido espiritual del ser.

¿Suena esto para algunos de nosotros demasiado idealista para ser práctico? Analicémoslo más profundamente porque verdaderamente esta enseñanza es lo más práctico del mundo. Cristo Jesús ya lo ha demostrado que es así. El hecho de que el hombre verdadero, la identidad verdadera de cada uno, es espiritual y completa, es el fundamento, no sólo de su enseñanza sino de su gloriosa obra. La gente erróneamente llama milagros a estas demostraciones. Las dos ocasiones en que alimentó a varios miles de personas, aunque el alimento parecía ser suficiente sólo para unos pocos, ¿no son acaso ejemplos de recompensa a la necesidad humana con ganancia espiritual?

Para descubrir lo que el hombre verdaderamente es, la Ciencia Cristiana comienza con el primer capítulo del Génesis, en el que se nos dice: “Creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó”. Gén. 1:27; Como Jesús mismo lo enseñó, Dios es Espíritu (ver Juan 4:24), y el hombre creado a Su imagen es espiritual, lo que significa que el hombre es una consciencia individual, y no un cuerpo material.

El hombre espiritual, hecho a la imagen exacta del Espíritu, Dios, tiene por reflejo todo lo que le pertenece al Espíritu; posee toda substancia, inteligencia, alegría, integridad, y todo lo que constituye la infinitud del bien, la expresión de Dios de Sí mismo. Las cualidades espirituales son verdadera substancia, todo lo que el hombre realmente necesita. Constituyen la única provisión del hombre espiritual, y están siempre a su alcance, disponibles en forma ilimitada.

Uno puede decir: “Todo esto suena muy bonito, pero, ¿de qué me sirve saber que poseo todas estas cualidades espirituales si no tengo empleo, dinero con qué comprar comida y ropa para mí y mi familia, ni un lugar decente donde vivir?” Bueno, ¿qué se necesita para conseguir un empleo y ejecutar el trabajo para conservarlo? ¿No se requieren cualidades derivadas del Espíritu? ¿Acaso un empleador busca gente que actúan como autómatas, o busca, en cambio, personas que expresan responsabilidad, honestidad, puntualidad, buena disposición, exactitud? ¿No son estas cualidades de Dios, que están activas en la consciencia humana y expresadas en la experiencia humana, lo que un empleador verdaderamente necesita y por lo que está dispuesto a pagar?

“Pero”, uno puede decir, “donde vivo no hay empleos, ni oportunidades de trabajo”. La Sra. Eddy escribe: “Dios os da Sus ideas espirituales, y a su vez, ellas os dan vuestra provisión diaria”.Miscellaneous Writings, pág. 307;

Nadie tiene el monopolio de las ideas, nadie ha comprado toda la intuición, nadie ha acumulado toda la inteligencia y habilidad. Las ideas y cualidades espirituales están siempre presentes en forma ilimitada para ser utilizadas por todos.

Consideremos esto desde otro punto de vista. ¿Qué hace que la existencia mortal sea tan vacía para la gente de todos los niveles económicos? ¿Qué constituye la existencia mortal, de todas maneras? ¿No consiste en tendencias opuestas al Espíritu? Tiene principio y fin; incluye temor, pereza, improbidad, inmoralidad, engaño, todo lo que no es espiritual, todo lo que es desemejante a Dios y, por lo tanto, no tiene nada bueno que dar. Si uno tuviese todo el temor que oprime a la humanidad, ¿tendría algo en realidad? Por supuesto que no. ¿Y no es así con todo lo que constituye el sentido mortal de la existencia?

Pero, ¿qué decir de las cosas buenas de la existencia humana — son también irreales? Mientras provengan del Espíritu, aluden a lo verdadero. Pero el bien que Dios ve es enteramente espiritual. En Génesis leemos: “Vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera”. Gén. 1:31; Finalmente, todo lo que aparenta ser imperfecto debe ser traducido a lo espiritual para encontrar su verdadera substancia.

Aquel que esté pensando acerca de sí mismo en términos de pobreza y escasez, que comience a identificarse correctamente como hijo de Dios, descendiente del Espíritu; que reclame para sí la infinitud de bien que pertenece a la existencia espiritual y empiece a disfrutar de la abundancia verdadera.

¿Podemos utilizar este conocimiento espiritual para ayudar a nuestros semejantes en todas partes, aun en aquellos países en desarrollo donde la explosión demográfica, la pobreza, y el hambre parecen desenfrenarse? Categóricamente sí. Podemos reconocer que el Cristo, la idea espiritual de Dios, está presente y representada en cada consciencia humana individual para quebrar la ilusión mesmérica de pobreza y despertar el pensamiento al ilimitado bien espiritual. Cuando nos demos cuenta de que el verdadero gobierno proviene del Principio divino, los dirigentes de nuestras instituciones políticas humanas reflejarán más honestidad, generosidad, interés humanitario, y dedicación constante para resolver el problema de la pobreza al más alto nivel humano actualmente posible. Se hallarán medios más equitativos y humanitarios para distribuir el bien ya disponible.

La Sra. Eddy escribe: “Enteramente aparte de este sueño mortal, de esta ilusión y desilusión de los sentidos, la Ciencia Cristiana viene a revelar al hombre como la imagen de Dios, Su idea, coexistente con Él — Dios dando todo y el hombre poseyendo todo lo que Dios da”.The First Church of Christ, Scientist, and Miscellany, pág. 5. Aceptemos con gratitud el bien que Dios imparte, pues esto es verdadera riqueza.

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