Todas las mañanas, desde donde se sentaba a desayunar, Juanito podía ver a la distancia una cordillera de hermosos y empinados cerros cuyas cumbres parecían conos de helado invertidos.
Los cerros estaban bastante lejos, pero en días claros Juanito hasta podía distinguir las torres de las iglesias de la población vecina. Pero una mañana cuando Juanito miró por la ventana, vio que algo sorprendente había ocurrido. Los cerros no estaban allí. ¡Habían desaparecido!
¿Acaso crees que Juanito se alarmó? ¿O crees que corrió a anunciarle a su mamá que los cerros habían desaparecido? Juanito sabía perfectamente bien que los cerros no se habían ido a ningún otro lugar. Él sabía que todavía estaban allí. Solamente que por el momento estaban cubiertos por la niebla.
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