La base de la Ciencia Cristiana es el hecho científico de que Dios es Todo-en-todo. La infinitud está llena de la presencia de Dios. Todo poder, substancia y acción pertenecen a Dios, la causa grande y única, expresada en todo efecto. Dios es la Mente creadora y el bien infinito. Él constituye toda individualidad infinito. Él constituye toda individualidad. Lo que Él crea participa de Su naturaleza y es completamente bueno. La Sra. Eddy, la Descubridora y Fundadora de la Ciencia Cristiana, escribe en La Unidad del Bien: “Dios es Todo-en-todo. Por tanto, Él existe únicamente en Sí mismo, en Su propia naturaleza y carácter, y es el ser perfecto o consciencia perfecta. Él es toda la Vida y toda la Mente que hay o puede haber. Él encierra en Sí mismo toda manifestación de Vida y Mente”.Unidad, pág. 3 ;
Dios expresa Su naturaleza divina mediante el hombre, quien, según el Génesis en el relato espiritual de la creación, es creado a imagen y semejanza de Dios. Este hombre es la idea espiritual e inmortal de Dios. No está formado de carne o cualidades mortales, sino de elementos espirituales tales como inteligencia, nobleza, alegría, armonía e integridad — energías divinas que emanan de Dios en libertad constante y sin trabas.
El hombre es la idea consciente e incorpórea de Dios. No es una personalidad física, esclavizada por instintos animales, por egoísmo, temor y enfermedad. El hombre es el reflejo puro de la Verdad, subordinado únicamente a Dios. Debido a que Dios es Todo, Él constituye toda verdadera consciencia. No existe ninguna falsificación de la inteligencia, ningún falaz poder hipnótico, ninguna insubordinación a la ley de Dios, porque Dios es la única Mente, y no hay mente mortal que invierta Su voluntad.
La Sra. Eddy explica en Ciencia y Salud: “La teoría verdadera del universo, incluso el hombre, no se encuentra en la historia material sino en el desarrollo espiritual. El pensamiento inspirado renuncia a una teoría material, sensual y mortal del universo y adopta la espiritual e inmortal”.Ciencia y Salud, pág. 547; En nuestros esfuerzos por aprender a sanar mediante la Ciencia Cristiana es importante que renunciemos a la creencia de que el hombre es un frágil mortal que vive en una estructura material insubstancial, y adoptemos, en cambio, la verdad de que el hombre existe como la manifestación de la Mente, y que es tan perfecto e inmortal como la Mente que lo creó. La Ciencia Cristiana revela nuestra verdadera identidad dada por Dios, la del hombre real, y por medio de esta comprensión somos elevados para discernir nuestra naturaleza celestial y armoniosa.
Cristo Jesús dijo a sus discípulos, y sus palabras son aplicables a todos sus seguidores a través de todos los tiempos: “He aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo”. Mateo 28:20; La comprensión de que la existencia espiritual del hombre está en Cristo, o la Verdad, está siempre con nosotros. Esta comprensión sana el malestar y destruye la enfermedad, el pecado y la muerte. ¡De qué manera tan completa demostró el Maestro el poder inspirador y restaurador de Dios en su ministerio sanador! Y enseñó a otros a sanar por los mismos medios. ¡Qué prueba decisiva del poder redentor del Cristo, la Verdad, dio Jesús al sanar al hombre paralítico en el estanque de Betesda! Según se relata en la Biblia: “Y había allí un hombre que hacía treinta y ocho años que estaba enfermo. Cuando Jesús lo vio acostado, y supo que llevaba ya mucho tiempo así, le dijo: ¿Quieres ser sano?” Después de escuchar la queja del hombre de que no podía moverse, Jesús le dijo: “Levántate, toma tu lecho, y anda”. Juan 5:5, 6, 8;
Por muy seria que pudiera parecer una condición, la comprensión inspirada de Jesús, reconociendo la perfección eterna del hombre como imagen de Dios, traía la curación y regeneración al pensamiento humano. Jesús demostró que el hombre verdadero, creado a semejanza de Dios, jamás es tocado por la enfermedad o el mal. Mediante su clara expresión del Cristo, la deformidad, lepra, ceguera, sordera, y aun la muerte misma, cedieron al poder siempre presente de la Verdad, la Vida y el Amor divinos. Más aún, Jesús dijo: “El que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también; y aun mayores hará, porque yo voy al Padre”. 14:12;
Los primeros seguidores de Cristo demostraron ampliamente que esta orden puede ser obedecida. Por ejemplo, leemos en el libro de Hechos que Pedro y Juan encontraron a un hombre cojo pidiendo limosna en la puerta del templo. Con absoluta confianza en el poder sanador del Cristo, Pedro le dijo que se levantara y caminara, lo cual el inválido hizo. El relato bíblico dice que Pedro “tomándole por la mano derecha le levantó; y al momento se le afirmaron los pies y tobillos”. Hechos 3:7;
Estas curaciones que se narran en la Biblia, así como las efectuadas hoy por medio de la Ciencia Cristiana, ilustran el hecho de que las discordancias físicas pueden ser corregidas por la comprensión de la totalidad de Dios y de la unidad inseparable del hombre con Él. Esta comprensión es acompañada de despertar espiritual. Que el hecho espiritual de que Dios es Todo puede aplicarse divinamente a la curación de las enfermedades, es evidente en las instrucciones que la Sra. Eddy da en Ciencia y Salud: “Insistid con vehemencia en la gran verdad, que es la realidad básica, de que Dios, el Espíritu, es todo, y que fuera de Él no hay otro. La enfermedad no existe”.Ciencia y Salud, pág. 421.
Dios, el Espíritu, llena todo el espacio. El Espíritu es la única substancia. Mantiene al universo y al hombre bajo el gobierno de la ley espiritual. El hombre de Dios reconoce un solo Dios, una Mente, un poder, una ley. Siendo la semejanza del Espíritu, el hombre es espiritual, no material. Ninguna pretensión de la mente carnal, o mortal, ningún agregado de creencias materiales pueden alterar este hecho mantenido por Dios.
El hombre no está en la material ni en ningún ambiente material, y no hay fuerzas materiales que puedan colocarlo allí. El hombre vive, se mueve y es en Dios, la Vida y el Amor omnímodo. Su Dios es su Todo. Solamente en Dios se halla su salud, su seguridad, su hogar, sus relaciones y su inmortalidad. Aparte de Dios no hay nada. En la infinidad y totalidad de Dios que lo abarca todo, se halla todo lo que realmente existe, ahora y para siempre. La Ciencia Cristiana nos capacita para demostrar estas verdades científicas y absolutas y cosechar las bendiciones que traen.
