Como estudiante de la Ciencia Cristiana he tenido muchas oportunidades de probar el amoroso cuidado de Dios por Sus hijos. La operación de la única Mente divina fue muy evidente para mí durante la siguiente experiencia.
A fines de la primavera de 1970 recibí, en el jardín de infantes donde trabajo, una llamada telefónica de un hospital informándome que mi esposo había tenido un accidente automovilístico y me pedía que fuera a verlo. Sentí que debía tratarse de algo grave pues, dentro de lo posible, mi esposo y yo nos telefoneábamos siempre personalmente. El fichero de la escuela estaba abierto en el nombre de un alumno cuyo padre es un practicista de la Ciencia Cristiana y pude llamarlo, sin tardanza, para pedirle ayuda.
En el camino hacia el hospital repetí en voz alta muchas declaraciones de verdad, sabiendo que Dios está presente con cada una de Sus ideas en todo momento y en toda circunstancia, y sentí calma y paz. Cuando llegué al hospital me recibieron dos policías de la Patrulla del Estado que me tomaron de los brazos para sostenerme. Se me dijo que mi esposo estaba inconsciente y que no podía verlo porque le estaban haciendo análisis. Oré en silencio sabiendo que Dios es la Vida del hombre y que sólo podía descubrirse lo bueno. Poco después de que lo sacaron en la camilla, mi esposo recuperó el conocimiento, y poco después, la vista. El médico diagnosticó una concusión, fracturas y lesiones internas. Aunque estábamos en una sala de emergencia colmada de gente yo afirmé declaraciones de verdad, que incluían la verdad sobre la perfección del hombre.
Se me pidió que me retirara mientras se hacían otros análisis, y durante ese tiempo volví a llamar al practicista, que prontamente se reunió con nosotros. El practicista leyó muchos pasajes sobre la única Mente, de Ciencia y Salud por la Sra. Eddy. Los otros pacientes, al parecer, se tranquilizaron y varias enfermeras parecían estar escuchando también. Después de una media hora de estar escuchando estas positivas afirmaciones sobre la armonía de la creación espiritual de Dios, que es mantenida por la Mente divina, mi esposo se sentó, pidió su ropa (que estaba en malas condiciones), y dijo que quería ir a nuestra casa. A pesar de tener un hombro fracturado, pudo firmar el alta.
Esa noche el dolor en el hombro fue intenso. Volvimos a leer la Lección-Sermón de la semana y oramos firmemente, y mi esposo decidió que se apoyaría en el Principio para la curación. Posteriormente supimos por un médico que había visto las radiografías y la historia clínica en el hospital que los huesos ya se habían ajustado, perfectamente, y que el ajuste no lo había hecho el personal del hospital.
A la mañana siguiente escribí dando las gracias al personal del hospital y a los policías de la Patrulla del Estado por su considerada actuación, interés y cuidado. Pasamos el día expresando gratitud por el bien ya recibido. En el curso de varias visitas que tuve que hacer a la oficina de la Patrulla del Estado, varios policías manifestaron alegría al saber que mi esposo se encontraba con vida y algunos dijeron: “La Ciencia Cristiana ciertamente debe ser eficaz”. Mi esposo volvió a su trabajo en cuatro semanas.
Cuando el accidente ocurrió mi marido no llevaba consigo el número de teléfono de la escuela donde yo trabajo. Nadie supo cómo se me había localizado. La policía de la Patrulla del Estado trató de verificar esta circunstancia y no supo explicarla. Durante toda esta demostración se probó que la Mente única es todo acción. Siento un gran gozo por lo que crecí en entendimiento espiritual durante este período y desde entonces. Agradezco a Dios por Cristo Jesús y por la Sra. Eddy, que nos mostraron el camino, a mis padres por haber encaminado mis primeros pasos en esta senda, por la instrucción en clase y por los comprensivos practicistas, que responden a todos nuestros pedidos de ayuda.
Ballwin, Misuri, E.U.A.
Yo soy el esposo mencionado en la curación anterior, y quisiera expresar mi gratitud por la Ciencia Cristiana. Mi automóvil se salió del camino, se deslizó por un terraplén de tres metros y se dio vuelta. Sólo recuerdo haber recobrado el conocimiento en el hospital mientras me tomaban radiografías. La intensidad del dolor me hizo perder nuevamente el conocimiento. Cuando volví en sí, mi esposa estaba conmigo. Aunque no podía ver, podía oír, y recuerdo haber preguntado si alguien había recibido lesiones en el accidente. Mi esposa me dijo que no, y me incluyó a mí en esa respuesta.
La Fuerza Aérea me había dado tiempo libre durante mis horas de trabajo para seguir cursos universitarios en estadística, y obtener un diploma. Perdí cuatro semanas de trabajo y estudio, pero no perdí mi sueldo, y pude completar los trabajos que me habían asignado en la universidad, presentarme a los exámenes finales y aprobar con nota alta.
La compañía de seguros del conductor del otro automóvil pagó todos mis gastos y el costo de un nuevo automóvil. El practicista trabajó conmigo para que yo obtuviera un entendimiento más claro de provisión, orientación, la irrealidad del accidente, y de amor, especialmente por el otro conductor, a quien nunca conocí.
Estoy muy agradecido por ésta y por muchas otras curaciones que he tenido yo y mi familia mediante el estudio de la Ciencia Cristiana y de la instrucción en clase de un maestro consagrado.