¿Hay un David para este campo de batalla?
Mirad cómo los ejércitos, fatigados por la contienda,
tiemblan bajo el fragor de espada y escudo,
acobardados mientras se preparan para acampar
un día más.
En algún lugar, en momentos de quietud, tendrá que haber
una sencilla confianza a la manera de un niño, — anhelante, alerta —
purificada por días y noches de íntima soledad junto a Ti,
cuidando Tus ovejas, oh Padre — robusteciéndose más y más.
Envía, Amor, a este David para que enfrente al enemigo
tan aterrador ahora. Éste también debe caer
frente al fervor sin trabas que se atreve a saber
que el hombre no tiene por qué temer — pues nuestro Dios es Todo.
Iniciar sesión para ver esta página
Para tener acceso total a los Heraldos, active una cuenta usando su suscripción impresa del Heraldo ¡o suscríbase hoy a JSH-Online!