El Segundo Mandamiento del Decálogo mosaico que comienza así: “No te harás imagen” (Éxodo 20:4), fue desobedecido por los israelitas aun antes de que estuviera grabado en piedra, probándose así la gran necesidad de ese reglamento. Hacia el final de la large comunión de Moisés con el Todopoderoso en la cima del Monte Sinaí, los israelitas, esperando impacientes en la llanura, aparentement llegaron a la conclusión de que su líder, y presumiblemente el Dios a quien él rendía culto, los habían abandonado.
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