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La estabilidad de la economía divina

Del número de noviembre de 1975 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


En los asuntos de los hombres, los elementos de la economía material — producción, distribución, dinero circulante, oferta, demanda — pueden llegar a no relacionarse de una manera eficiente unos con otros. Surge entonces, como resultado, una aparente crisis económica. La Ciencia CristianaChristian Science: Pronunciado Crischan Sáiens. nos explica cómo ver más allá de las objetivaciones erráticas de la creencia humana que considera que la materia es riqueza. Estas objetivaciones emergen como inflación, estancamiento e inflación simultáneos, y confusión financiera.

La verdadera riqueza es espiritual y consiste en ideas espirituales. Estas ideas representan en forma individual a la Mente divina, o Dios, y su valor no fluctúa pues su origen es eternamente estable y constante. En consecuencia, las ideas en el aspecto colectivo tampoco pueden variar o disminuir de valor. Debido a que las ideas de la Mente siempre se relacionan con la Mente, éstas nunca dejan de armonizar unas con otras. Estas ideas — activas, substanciosas, invariables, sanadoras, que satisfacen — pueden considerarse como los elementos de la economía divina.

La Mente divina gobierna la economía divina con inteligencia infalible. Al gobernar sus ideas, la Mente jamás se enfrenta con los dilemas con los que puede enfrentarse un economista humano. En el plano nacional parecería que los gobiernos y sus consejeros deben elegir entre un alcance limitado de desagradables opciones económicas — decisiones tales como escoger entre un alto nivel de empleo y una rápida inflación, o entre un alto nivel de desempleo y una más lenta inflación. Pero la Ciencia Cristiana nos muestra cómo salir de estructuras de índole exclusivamente materiales cuando nos vemos enfrentados por problemas económicos ya sea en un nivel individual, nacional o internacional.

Mientras creamos que el hombre y la substancia son materiales, nos veremos enfrentados por dilemas de una u otra clase. Pero siempre existe una alternativa aunque el razonamiento exclusivamente material no la vea o acepte. Esta opción es la de cambiar la base de nuestro pensamiento, de la materia al Espíritu, de problemas materiales y mortales a Dios y Su creación espiritual. En la medida en que lo hagamos, probaremos que no existe tal cosa como problemas económicos sin solución, ni rompecabezas económicos.

Para la Mente, la inteligencia omnisciente, no existen desastres económicos. La Mente gobierna y ubica a cada una de sus ideas con sabiduría infalible, y cada idea llena completamente el propósito que la Mente tiene para ella que, fundamentalmente, es dar testimonio de la bondad y totalidad de la Mente. Dando una idea de la riqueza y substancia de las ideas de la Mente, Mary Baker Eddy dice: “El Espíritu bendice la multiplicación de sus propias ideas puras y perfectas”.Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras, pág. 512;

La multiplicación de la Mente de sus propias ideas continúa infinita y eternamente. Pero esta multiplicación divina no causa la inflación — no implica la dilución o devaluación de las ideas. Mientras que en la economía humana puede haber aparentemente un exceso de dinero en relación con los bienes y servicios disponibles, en el reino de lo real — en el reino que la Mente ha creado — son desconocidos los conceptos de desequilibrio, así también como los de pérdida, provisión excesiva, escasez, especulación desenfrenada, e inflación sicológica.

Podemos ayudar a mejorar los problemas económicos no sólo realizando nuestras propias transacciones financieras con sabiduría y moderación sino elevando nuestro pensamiento a un punto de vista más espiritual y científico. Necesitamos un sentido más elevado de substancia y recursos, que el que nos sugieren las apariencias y argumentos materiales. La Sra. Eddy dice: “El talento y el genio de los siglos han calculado erróneamente. No han basado sus argumentos y conclusiones en cuanto al origen y los recursos del ser, — sus combinaciones, fenómenos y resultados,— sobre la revelación, sino que, por el contrario, han edificado sobre las arenas del razonamiento humano. No han aceptado la sencilla enseñanza y vida de Jesús como la única y verdadera solución para el inquietante problema de la existencia humana”.La Unidad del Bien, pág. 9;

La enseñanza sencilla de Cristo Jesús era esencialmente sobre la bondad y totalidad de Dios y la unidad indivisible del hombre con Él. La vida y las demostraciones de Jesús probaron que podemos ejercer dominio sobre las pretensiones de la material, ya sea que se presenten como sufrimiento o escasez.

En los asuntos humanos, nuestros ingresos parecen estar sujetos a la jubilación o estar inmobilizados por alguna otra razón, y devalúandose rápidamente debido a la inflación. En la economía divina, la substancia del hombre está establecida en la Mente, donde se halla a salvo de toda devaluación. Cada uno de nosotros tiene acceso a las ideas de la Mente, que constituyen la verdadera substancia. Viéndolo científicamente, esa Mente que incluye y gobierna toda substancia es la única Mente del hombre. En la medida en que nos identifiquemos como el hombre creado por Dios, comprenderemos y demostraremos nuestra inseparabilidad de los recursos de la Mente y esta unión se evidenciará en las formas financieras que nos sean más adecuadas.

Cuanto más reconocemos a la Mente divina como la nuestra, nos enfrentamos cada vez menos a días difíciles de altos precios y moneda devaluada. En lugar de ello, a través de la comprensión espiritual, contemplamos cada día como una fase en la que probaremos cada vez más que la economía de la Mente divina es estable y beneficiosa. La Biblia dice: “Y reinarán en tus tiempos la sabiduría y la ciencia, y abundancia de salvación; el temor de Jehová será su tesoro”. Isa. 33:6. Probaremos más y más que las creencias materiales de desorganización o sufrimiento que aparecen como inflación o receso, estancamiento e inflación simultáneos, o desempleo, quedan totalmente excluidas por la Mente infinitamente inteligente, y por lo tanto no tienen realidad o fuerza.

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