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El muro se derrumbó

[Original en español]

Del número de julio de 1975 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


En la Biblia hay muchos relatos que podrían tener poca importancia para nosotros si nos contentáramos con aceptarlos sólo como hechos geográficos, históricos o tradicionales. Tales relatos, como la zarza ardiendo sin consumirse que Moisés vio en el desierto, la caída de Jericó, la lucha de David y Goliat y otros relatos más, considerados desde el punto de vista puramente histórico, tendrían poco valor, a menos que consideráramos su sentido espiritual y reconociéramos su aplicación a las condiciones de vida actuales.

Por ejemplo, la narración bíblica de la caída de la cerrada ciudad de Jericó, nos habla de que “Jericó estaba cerrada, bien cerrada, a causa de los hijos de Israel; nadie entraba ni salía”. Josué 6:1; O sea, por temor al avance de los israelitas las puertas de la ciudad estaban firmemente cerradas: a nadie se le permitía entrar o salir, todos tenían que permanecer dentro de los muros, considerados inexpugnables.

Siguiendo la dirección de Dios, Josué, el caudillo de los israelitas, hizo que su ejército rodeara completamente la ciudad una vez al día durante seis días y al séptimo día que la rodeara siete veces. El arca del pacto y siete sacerdotes debían preceder al ejército tocando bocinas. A la séptima vez, Josué le dijo a la gente que gritaran al sonar las bocinas. Así lo hicieron, y la Biblia dice que “el muro se derrumbó”, y los israelitas tomaron la ciudad.

A veces parece difícil superar los obstáculos que se presentan en los asuntos humanos. Pueden parecer inexpugnables, como los muros de Jericó. Pero como Cristo Jesús enseñó y demostró, “para Dios todo es posible”. Mateo 19:26; Cuanto más difícil parezca el problema a resolver, tanto más grande es la demostración del poder de Dios.

Hay problemas que no se resuelven de inmediato. Fe y perseverancia son necesarias para obtener el triunfo. Así lo indica el autor de la epístola a los Hebreos: “Por la fe cayeron los muros de Jericó después de rodearlos siete días”. Hebr. 11:30; La marcha de siete días mostró el triunfo de una fe absoluta y de una confianza paciente en el poder y la promesa de Dios. En el Glosario de Ciencia y Salud, una de las interpretaciones espirituales que da la Sra. Eddy para “arca” es “seguridad”, y dice: “El arca indica la tentación vencida y seguida de enaltecimiento”.Ciencia y Salud, pág. 581;

Tuve la oportunidad de demostrar la seguridad y el triunfo de una confianza firme en Dios y la obediencia a Su dirección. Tenía un problema relacionado con mi jubilación que debía concederme la entidad respectiva. La resolución tardaba. Mi esposa y yo pasábamos muchas mañanas estudiando Ciencia Cristiana, orando y leyendo relatos bíblicos, entre ellos, la caída de los muros de Jericó. No pudiendo concurrir yo mismo a las oficinas correspondientes, mi esposa tuvo que hacerse cargo de las gestiones.

En una ocasión después de haber transcurrido dos años, le informaron que el expediente se había extraviado. No aceptando este informe por cuanto mi esposa había visto el expediente sobre el escritorio de uno de los empleados, mi esposa solicitó una entrevista con el presidente de la institución y le explicó el asunto. Cuando él intervino, se descubrió que entre los empleados se había formado una organización ilegal para esconder los documentos — para hacerlos “desaparecer”— a fin de cobrar una suma cuantiosa para “encontrar” cada uno de ellos. Al descubrirse esta artimaña mi pensión fue otorgada y muchas otras personas fueron beneficiadas a la par que nosotros.

Nuestra Guía, la Sra. Eddy, dice: “En la relación científica entre Dios y el hombre, descubrimos que todo cuanto bendice a uno bendice a todos, según lo demostró Jesús con los panes y los peces, — siendo el Espíritu, no la materia, la fuente de la provisión”.ibid., pág. 206.


Y poderoso es Dios
para hacer que abunde en vosotros toda gracia,
a fin de que,
teniendo siempre en todas las cosas todo lo suficiente,
abundéis para toda buena obra.
¡Gracias a Dios
por su don inefable!

2 Corintios 9:8, 15

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