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Una noche, al cruzar la calle, me atropelló...

Del número de julio de 1975 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Una noche, al cruzar la calle, me atropelló un pequeño camión. Evidentemente el conductor no se dio cuenta de lo que había ocurrido y no se detuvo. Un amigo Científico Cristiano me ayudó a levantarme y volver a casa. Me parecía que todo el lado derecho de mi cuerpo estaba afectado por el golpe, aunque en ese momento me sentía entumecida.

Lo que vi en el espejo al llegar a mi departamento me alarmó mucho; y además, mi mano derecha estaba aplastada. Tanto me alarmó lo que vi que inmediatamente rogué a mi compañera de departamento que llamara a un practicista de la Ciencia Cristiana para que me diese tratamiento.

Me acosté y oré a Dios, rogándole que me ayudara a abrir mi pensamiento a la verdad de la perfección del hombre como hijo de Dios. Oré, pidiendo quedar consciente y no desmayarme. Tan pronto como nos comunicamos con el practicista, el dolor en la cabeza cesó y mi temor desapareció. Después de aproximadamente una hora pude desvestirme para acostarme, y descansé cómodamente.

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