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¿Ha orado usted hoy por su gobierno?

Del número de julio de 1975 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Orar por nuestro país y su respectivo gobierno puede ser sumamente eficaz. Mediante la oración podemos estar más conscientes del gobierno de Dios, y, sistemáticamente, aprender más de Dios como Principio, y de la forma en que el Principio actúa. Podemos ver cómo una nación puede recurrir, por medio de sus ciudadanos, a la única Mente, Dios. Tal oración significa amar, en el más alto sentido, a nuestro gobierno y a sus integrantes.

A través de toda la historia de la humanidad, siempre ha existido la necesidad de mejorar los gobiernos. La Ciencia CristianaChristian Science: Pronunciado Crischan Sáiens. explica que los errores que a veces los caracterizan son parte del falso concepto material de que hay vida en la materia. Este error básico necesita corregirse, y demostrarse que lo contrario es verdadero, es decir, que la vida es espiritual y que el gobierno de Dios es la única realidad del ser.

En lugar de enfurecernos por los desaciertos del gobierno, debemos contribuir sabiamente a crear un ambiente de calma dentro del cual se puedan subsanar los errores. Si bien no debemos tolerar el mal en el gobierno, podemos, sin embargo, encararlo en forma científica — tal como tratamos la pretensión de la enfermedad física. Para ver la nada del mal, tenemos que negarnos a personificar los errores no concediéndoles realidad. Con amor espiritual y profunda compasión, debemos afirmar y proclamar el hecho de que todos los individuos en el gobierno son, en realidad, expresiones perfectas de Dios.

En la Ciencia, el gobierno de Dios es enteramente bueno. El bien es todo, y el mal no existe en Dios. El hombre es la perfecta expresión de la Mente totalmente buena. Lo que aparenta ser un problema en el gobierno humano es, de hecho, sólo una serie de falsos conceptos, conscientes o inconscientes, acerca del gobierno. Los problemas difíciles pueden ser resueltos cuando las falsas creencias son reemplazadas con las verdades específicas acerca del gobierno de Dios.

Orar correctamente significa ver el gobierno a través de la lente del sentido espiritual. Mary Baker Eddy, la Descubridora y Fundadora de la Ciencia Cristiana, escribe: “El universo del Espíritu está poblado de seres espirituales, y su gobierno es la Ciencia divina. El hombre no es el linaje de las más bajas sino de las más altas cualidades de la Mente”.Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras, págs. 264–265;

Cristo Jesús tuvo que afrontar muchas veces las injusticias gubernamentales. Pero convirtió éstas en oportunidades para bendecir y sanar. En lugar de condenar a Zaqueo como un ímprobo funcionario más del gobierno, Jesús dijo: “El Hijo del Hombre vino a buscar y salvar lo que se había perdido”. Lucas 19:10; La autoridad espiritual de Jesús lo facultó para bendecir a otros, aun durante la crucifixión: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen”. 23:34. Y, por supuesto, Jesús demostró su dominio sobre los errores del gobierno en lo concerniente a su propia experiencia.

Podemos comenzar a trabajar en pro de un mejor gobierno comenzando por el autogobierno. ¿Hemos establecido el bien y la moralidad en nosotros mismos, logrando así una autodisciplina mental? ¿Estamos expresando nuestra propia identidad espiritual? No tenemos razón para esperar que otros expresen las grandes cualidades del Principio si primeramente no nos esforzamos por armonizar nuestra propia vida y pensamientos con el Principio. El autogobierno significa comprender que realmente somos gobernados solamente por Dios. Debemos estar seguros de que todos nuestros pensamientos y acciones emanan de la Mente, el Principio. Para lograrlo, debemos reconocer que el hombre, nuestra identidad verdadera, es, en realidad, una idea espiritual que refleja a Dios.

El autogobierno significa demostrar que no hay muchas mentes separadas y en conflicto, sino sólo la única Mente que lo gobierna todo. Significa demostrar la unidad con Dios compartida por todos los hombres. El Científico Cristiano tiene que demostrar que el mal no puede obligarlo a reaccionar a la presión de tácticas sicológicas. Lo emocional y lo sensacional en las comunicaciones diarias no son iguales en poder a la sabia obediencia que inspira la Mente omnipotente.

El Científico Cristiano que está alerta sabe que no puede dejarse influir, ni puede influir a otros erróneamente, cuando ha visto que la Verdad es Todo. Esto viene a ser su protección contra la creencia errónea de que la gente tiene poder para influir, o que el mal es poder. Dios solo es la causa única y poder verdadero. Debido a la relación del hombre con Dios como Su perfecto reflejo, el hombre se gobierna a sí mismo. Sabiéndolo, no podemos utilizar la malapráctica mental, ni ser el blanco mesmerizado de la malapráctica.

El magnetismo animal, o mal, la ignorancia, el temor, el odio, la improbidad y demás, no pueden afectar la inteligencia de aquellos que expresan el más alto concepto de gobierno. La voluntad humana que decide dogmáticamente cómo creer que la manifestación humana de gobierno debe aproximarse más al gobierno de Dios no puede impedir la oración científica y desinteresada. Debemos confiar en que el Principio divino hará que el máximo bien de la Vida se manifieste sin confusión. De esta manera percibimos la infinita variedad de maneras en que puede manifestarse un buen gobierno.

Al gobernarnos a nosotros mismos, ¿de qué modo hemos manifestado en nuestra vida más de las cualidades necesarias para el gobierno colectivo? ¿Está la perfecta sabiduría de la Mente divina desplazando el error de nuestro pensamiento de no conocernos a nosotros mismos? Sabremos mejorar nuestros pensamientos y acciones al reconocer que en realidad expresamos la sabiduría de la Mente.

Con la sabiduría vienen la inteligencia y el raciocinio. Íntimamente relacionadas se encuentran las majestuosas cualidades derivadas de la Verdad — integridad, probidad y justicia. El orden y la armonía reemplazan las falsas pretensiones de opiniones humanas en conflicto o circunstancias desdichadas. El amor y la compasión ayudan a disipar las malévolas pretensiones de odio e intereses egoístas. Cuando vemos los efectos de la Verdad en nuestra propia vida, tenemos una base cierta desde la cual vislumbrar las verdades que se hallan más allá de nuestra experiencia inmediata. Y podemos esperar confiadamente que las bendiciones del bien alcancen a todos.

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