El juego es un fraude que comete una persona contra sí misma.
Los que abogan porque se extienda el juego y la lotería, afirman que el juego es lo que le gusta a la gente, y se apresuran a caracterizarlo como una “actividad inofensiva”.
Un amigo mío, que ha estado sin empleo desde hace algún tiempo, debe de ser una de esas personas a las que se refieren los que abogan por el juego. Cada semana compra varios billetes de lotería con parte de su exiguo cheque, que recibe como subsidio de desocupación, esperando, aunque sin razón, que un golpe de suerte lo saque de sus problemas financieros. Debido a que se aferra desesperadamente a esta falsa esperanza, no se esfuerza con el valor que es necesario en esta época para realmente resolver sus varios problemas.
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