En el verdadero ser, cada individuo es valioso y digno de tomarse en cuenta. Y podemos probar esto. Podemos ser buenos. Podemos ayudarnos unos a otros. Podemos expresar afecto puro. Podemos vivir confiando completamente en Dios.
¿Nos estimamos unos a otros incesantemente, sin excepción? Si así lo hiciéramos aprenderíamos algo de la verdadera armonía, el cielo. Podemos comenzar hoy. Podemos permitir que la fidelidad a Dios y al hombre se desarrolle en nuestra vida cual bella flor. Podemos aprender a demostrar bondad. Si estimamos y apreciamos a nuestro prójimo es porque hemos empezado a ver que toda la familia del hombre es valiosa.
En la exposición de la vida de Cristo Jesús dada en la Biblia, vemos cuán profundamente Jesús estimaba a la humanidad. El le habló a Nicodemo del nacimiento espiritual y de la vida eterna. Sanó la enfermedad y el pecado. Resucitó a Lázaro de la muerte. Estimaba a todos, y ayudó a sus discípulos a verse a sí mismos y a los demás como hijos de Dios. Les dió a ellos y a nosotros un mandamiento especial: “Este es mi mandamiento: Que os améis unos a otros, como yo os he amado”. Juan 15:12;
Y esto, ¿qué tiene que ver con nosotros en la actualidad? Las enseñanzas de Jesús y la aplicación de ellas en sus obras nos están disponibles en la Biblia, y la Ciencia Cristiana en su ministerio sanador está demostrando que estas enseñanzas son prácticas y demostrables ahora. La Sra. Eddy escribe en Ciencia y Salud: “Hombre es el nombre de familia para todas las ideas, — los hijos y las hijas de Dios. Todo lo que Dios imparte se mueve de acuerdo con Él, reflejando Su bondad y Su poder”.Ciencia y Salud, pág. 515;
Todos somos miembros de la familia del hombre. Podemos apreciar como un tesoro la verdadera idea espiritual de todos, estimarnos unos a otros y alcanzar una comprensión actual de la vida eterna de la manera que Cristo Jesús enseña.
La Ciencia Cristiana enseña que Dios — el Espíritu divino, la Mente inmortal — es Todo; que el hombre es la idea de Dios, eternamente espiritual y perfecto, como lo es el universo creado por Dios; por lo tanto, la materia y el mal son ilusorios, irreales. No forman parte de la realidad espiritual.
¿Cómo nos ayuda una comprensión espiritual de Dios, del hombre y del universo? Cuanto mejor comprendemos la realidad espiritual, más correctamente podemos estimarnos a nosotros mismos y a los demás, y ver más evidencia de la realidad del Espíritu, Dios. La creencia mortal ve al hombre y al universo como materiales, temporales. Ve al hombre como una mezcla de mente y materia, de bien y mal, y lo ve como si estuviera limitado en pensamiento y en acción. Esto no es la verdad del ser. Necesitamos comprender el verdadero estado del hombre para demostrarlo nuestra vida. Tenemos que reconocer que es espiritual, inmortal y completamente bueno.
Poco después de iniciar su carrera en las escuelas públicas, una maestra vislumbró, por medio de su estudio de la Biblia y de Ciencia y Salud, la naturaleza espiritual y enteramente buena del hombre como idea de Dios. Procuró alentar esta bondad natural en cada uno de sus alumnos. Llamó a esto “reconocimiento de identidad”, porque ella reconocía así el verdadero ser espiritual de cada alumno y su naturaleza esencialmente buena.
Al crecer su comprensión de la verdadera naturaleza del hombre, asimismo crecía su estimación del valer de cada alumno a quien ella enseñaba. Alcanzó también una mejor comprensión y una estimación más profunda de su propio valer. Su habilidad para enseñar mejoró, le agradó más su trabajo, y en cada cargo de maestra que ejercía tuvo éxito en su manera de impartir las materias requeridas.
Estimar, o reconocer, a cada individuo que encontramos como hijo de Dios, como un reflejo de la Vida y del Amor, es el enfoque más verdadero que podemos tener hacia los demás. Cada uno de nosotros está destinado a la santidad, no porque alguien así lo haya dicho, sino porque es la ley de Dios. Las Escrituras declaran: “No harán mal ni dañarán en todo mi santo monte; porque la tierra será llena del conocimiento de Jehová, como las aguas cubren el mar”. Isa. 11:9; Necesitamos reconocer esta promesa.
La Sra. Eddy escribe en su libro No y Sí: “Desde el Génesis hasta el Apocalipsis, las Escrituras enseñan un Dios infinito, y ninguno fuera de Él; y sobre esta base el Mesías y el profeta salvaron a los pecadores y resucitaron a los muertos, — elevando el entendimiento humano, que estaba sepultado en un falso concepto del ser. Jesús anuló e invalidó todo lo que es desemejante a Dios; pero no habría podido hacer esto, si el error y el pecado hubieran existido en la Mente de Dios. Lo que Dios sabe Él también predestina; y eso debe ser cumplido”.No y Sí, pág. 37.
Al ir aumentando nuestra comprensión de Dios, el Principio de todo ser verdadero, aprendemos lo que es el verdadero valer, y podemos descubrir lo que carece de valor. Para ser sabios, necesitamos usar las cualidades y habilidades que nos otorga Dios y que nutren todo lo que es verdadero y bueno.