Lo que aceptamos como verdadero tiene una relación directa con la calidad de nuestra vida cotidiana. Como lo explican las enseñanzas comprobables de la Ciencia CristianaChristian Science: Pronunciado Crischan Sáiens., Dios es Verdad, el origen de todo lo que es verdadero. Las realidades espirituales de la Verdad pueden, al principio, parecer sorprendentes, pero un estudio cuidadoso demuestra que son lógicas y prácticas.
La Verdad es infinita e irresistible porque no hay nada fuera de ella, no tiene enemigos u oposición. La Verdad lo abarca todo en su cuidado y bondad. Todo lo que la Verdad crea e incluye tiene significado y propósito. La Verdad eterna, Dios, nunca puede ser invertida y, por lo tanto, sus contrarios hipotéticos — las equivocaciones, el error y la discordancia — son irreales. Mary Baker Eddy nos dice: “El error es una suposición de que el placer y el dolor, que la inteligencia, substancia y vida existen en la materia. El error no es ni la Mente, ni una de las facultades de la Mente. El error es la contradicción de la Verdad. El error es una creencia sin entendimiento. El error no es real, porque no es verdad”. Más adelante, la Sra. Eddy agrega: “Si el error fuera verdad, su verdad sería error, y tendríamos un absurdo evidente de por sí — a saber, una verdad errónea”.Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras, pág. 472;
El error no es una entidad, solidez o realidad. Es un absurdo que se destruye a sí mismo porque su opuesto, la Verdad, no puede ser invertida. Cuando por medio de la Ciencia Cristiana nos desprendemos de los resultados de la creencia de que hay substancia, inteligencia y vida en la materia — que se presentan como enfermedad, acciones erróneas, odio y falta de propósito — no estamos cambiando una cosa por su antítesis (un error por algo verdadero), sino que estamos viendo el error por la nada que es y siempre deberá ser.
Esto es muy importante y práctico. Algunas luchas infructuosas con el error y algunos esfuerzos frustrados por demostrar la verdad científica del ser pueden provenir de la creencia de que la Verdad puede ser invertida, y de nuestro fracaso en admitir sin reservas que el error no existe, y que no es en sí mismo una forma de verdad.
Cuando oramos o damos tratamiento de acuerdo con las enseñanzas de la Ciencia Cristiana, ese tratamiento se basa en la Verdad omnipotente y recibe su poder de ella. Por otra parte, nada apoya o autoriza las pretensiones de la discordancia — las creencias hipotéticas que asumen la forma de enfermedad, dolor y carencia. La Verdad omnipresente es Todo y lo constituye todo. En realidad, la Verdad nunca puede ser trastocada. Pero lo contrario del error siempre es verdadero, siempre está aquí, siempre visible para el sentido espiritual y, por lo tanto, siempre es demostrable. Balaam aparentemente percibió que la Verdad no puede ser invertida. Luego de que Balac le pidió que execrara a Israel, Balaam respondió: “He aquí, he recibido orden de bendecir: él [Dios] dio bendición, y no podré revocarla”. Núm. 23:20;
Por muy aislados, solitarios o desamparados que nos sintamos, la realidad es que la Verdad, que está universalmente presente, nunca nos abandona. Nunca se aparta a un rincón del ser para permitir la presencia de un contrario.
En situaciones negativas debemos preguntarnos: ¿Estoy creyendo que la Verdad puede ser invertida — y estoy dejando de invertir el error a fin de comprender el amor y el cuidado de la Verdad? Si parece que esto es lo que estamos haciendo, debemos reconocer que la iniciativa para invertir el error siempre pertenece a la Ciencia del ser. La mente mortal y el sentido material, que pretenden ser los antagonistas de la Verdad y restringir o negar lo que es la Verdad, nunca pueden iniciar una inversión, porque la mente mortal es una suposición y nunca es un actor. Cuando se lo enfrenta con la verdad científica del ser, todo lo que parece no estar en armonía con esta verdad no tiene otra alternativa que aceptar la inversión y, por lo tanto, desaparecer. Las curaciones realizadas por Cristo Jesús lo demuestran.
El error nunca puede, en realidad, refutar la Verdad, porque el error nunca puede encontrar una base verdadera para expresarse. Por su naturaleza misma siempre es ajeno a la Verdad y siempre se excluye a sí mismo de la Verdad. Por esta causa, al practicar y demostrar la Ciencia Cristiana podemos abrigar la certeza de que la ley de la Verdad divina se hace valer a sí misma, y que el error, sea cual fuere la apariencia con que se disfrace, se destruye a sí mismo.
El magnetismo animal es la pretensión de que la Verdad puede ser invertida, resistida y transformada en algo finito y de que el error es verdadero y puede sanar sus propios males. El tratamiento de la Ciencia Cristiana nunca acepta que la dificultad que se encara, sea cual fuere, es verdadera. Y nunca incluye métodos que no sean menos que verdaderos y éticos, en el sentido más estricto de esos términos. El tratamiento metafísico nunca es persuasión personal, manipulación mental, autosugestión o hueca fe mortal. El magnetismo animal trataría, si pudiera, de inducir estas condiciones que no son científicas. Sin embargo, “Ni el magnetismo animal ni el hipnotismo”, nos asegura Ciencia y Salud, “entran en la práctica de la Ciencia Cristiana, en la cual la verdad no puede ser invertida, mas lo inverso del error es verdad”.Ciencia y Salud, pág. 442.
La Verdad es siempre segura, porque siempre está dentro de su propia infinitud. El hombre siempre está tan a salvo como la Verdad, porque el hombre es el reflejo de la Verdad. La Verdad, la Mente, nunca puede ser confrontada con los argumentos del error o engañada por ellos, pues en su totalidad ningún argumento del error puede surgir, y en su infinita inteligencia ningún argumento del error podría ser creído. El hombre, como idea de la Verdad, nunca puede ser confundido por los argumentos del error de que existe un universo material, una mezcla de opuestos tales como el bien y el mal, o de que existen el pecado, la decadencia, el deterioro — la mortalidad. La consciencia divina, nuestra única consciencia verdadera, siempre está llena de verdad y exenta de error. Nuestra progresiva aceptación del hecho de que la Verdad es irrevocable, y nuestra pronta inversión de las pretensiones del error son la base sobre la cual podemos demostrar estas realidades espirituales día tras día.