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[Original en portugués]

Una mañana me desperté con un fuerte dolor...

Del número de noviembre de 1976 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Una mañana me desperté con un fuerte dolor en el hombro y brazo derechos. Me levanté y me vestí con cierta dificultad. Después del desayuno, busqué el Himnario de la Ciencia Cristiana en inglés y lo abrí en el Himno No. 53. Comencé a cantar el primer verso que dice:

Brazos del eterno Amor
guardan a Su creación.
Dios te da Su protección
y Su apoyo bienhechor.

Además de cantar ese himno, estudié la Lección-Sermón de esa semana según el Cuaderno Trimestral de la Ciencia Cristiana, y leí selecciones de Miscellaneous Writings por la Sra. Eddy. Pasaron los días y el dolor aún persistía. Continué en esa dolorosa condición por algún tiempo.

Una tarde, sintiéndome desalentada por este problema fui a acostarme un momento y llevé conmigo el libro de texto, Ciencia y Salud por la Sra. Eddy. Abrí el libro y las siguientes palabras llamaron mi atención (pág. 261): “Tornad vuestra mirada del cuerpo hacia la Verdad y el Amor, el Principio de toda felicidad, armonía e inmortalidad”. Y más abajo en la misma página leí: “Fijando vuestra mirada en las realidades supernas, ascenderéis hacia la consciencia espiritual del ser, como el pájaro que ha salido del huevo y alisa sus alas para remontarse hacia el cielo”.

A medida que pensaba sobre estas declaraciones, traté de elevarme mentalmente y dejar de pensar en el cuerpo. Mientras meditaba sobre esas declaraciones, miré hacia afuera por la ventana de mi cuarto. Era un día de sol, y había algunas nubes en el cielo que iban y venían y luego se abrían. Me pareció una vista hermosa y tranquila. Pensé: “Esas nubes no son parte del sol, y el sol nunca se mezcla con las nubes. De la misma manera, el dolor no es parte de mi verdadero ser; no está en el cuerpo, sino sólo en la mente mortal, la cual se compone de falsas creencias materiales. La Mente es Dios, y Dios no creó el dolor. Y debido a que soy una idea de Dios, no conozco el dolor”. Traté de elevarme por encima de la sugestión mental agresiva llamada dolor. En ese momento sentí que los “brazos del eterno Amor” guardaban “a Su creación” en la cual yo estaba incluida. Pocos días después el dolor desapareció completamente.

Estoy profundamente agradecida por ser miembro de La Iglesia Madre y de una iglesia filial. El haber tomado instrucción Primaria en clase de la Ciencia Cristiana me ha traído innumerables bendiciones. También estoy agradecida por la Sra. Eddy, quien explicó las enseñanzas de Cristo Jesús.


Me alegra confirmar el testimonio de mi esposa, y deseo expresar gratitud por todas las bendiciones recibidas mediante el estudio de la Ciencia Cristiana, por ser miembro de La Iglesia Madre, y por el privilegio de haber tomado instrucción Primaria en clase de la Ciencia Cristiana.

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