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Una iglesia sana y un cuerpo sano

Del número de noviembre de 1976 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


El trabajo mental que hacemos al prepararnos para participar en una reunión para tratar asuntos de la iglesia, no es diferente al que necesitamos hacer para mantener nuestra buena salud.

Es evidente que para mantener la buena salud, necesitamos proteger el conocimiento que tenemos de nosotros mismos. La verdadera consciencia es la Mente — la Mente única, Dios. Mantenemos nuestra salud cuando todo lo que hacemos, todo paso que damos, es realizado con un entendimiento no sólo del amplio propósito de la Mente de expresarse a sí misma, sino también del propósito exacto que tenemos de expresar la bondad de la Mente en todo lo que hacemos.

Comprendiendo que la Mente es la fuente de nuestro pensamiento e inteligencia, podemos solucionar comprensivamente cada paso individual de acuerdo con nuestra relación con esa fuente. Cristo Jesús ilustró esto en su propia vida y en el trabajo de curación que realizó. Dijo: “Mi Padre hasta ahora trabaja, y yo trabajo”. Juan 5:17;

En razón de que la todopoderosa Mente divina conoce todo pensamiento y acto divinamente motivados, el grado en que una persona mantiene la consciencia de sí misma — sus pensamientos y sus acciones — en relación con la Mente única, es el grado en que esa persona es invulnerable a la creencia mortal.

La consciencia que uno tiene de sí mismo es objetivada en el pensamiento como nuestro cuerpo. Si la consciencia se compone mayormente de creencias mortales de que hay sensación material, entonces lo que experimentamos como nuestro cuerpo es lo que los así llamados sentidos materiales nos informan. Mas en el grado en que nuestra propia consciencia esté compuesta de cualidades de la Mente divina, nuestro concepto de cuerpo expresará aquellas cualidades que son armoniosas y saludables.

Al considerar los asuntos de una iglesia filial, es posible que pensemos que la membresía de la iglesia misma esté compuesta de un número de personas, cada una motivada por la voluntad personal, que a su vez es la acumulación de las experiencias sensorias de cada persona, desde su nacimiento. O bien podemos pensar acerca del cuerpo integrante de la iglesia, como compuesto de ideas de la única Mente, todas emanando de esa Mente, y expresando el propósito de la Mente. Mas esto no es todo.

El miembro que se interesa en que su iglesia sea una filial saludable y fructífera, tiene la responsabilidad de contribuir con todo lo que le sea posible, a formar la consciencia colectiva de la membresía, a fin de que ésta pueda mantenerse en clara relación con el propósito de la Mente divina.

Los miembros de una iglesia que meramente asisten a la reunión con el propósito de tratar los asuntos pertinentes, tales como decidir si se debe o no adquirir una propiedad para la Sala de Lectura, o pintar los escalones del frente del edificio, o elegir nuevos funcionarios de la iglesia, es como el individuo que descuida su salud. Bien puede que esté desempeñando todas sus tareas humanas de manera eficiente y afectuosa, pero a menos que comprenda y esté consciente del origen del bien que está haciendo y del amor que está expresando, esa consciencia que tiene de sí mismo, y que está representada por el cuerpo, estará indefensa ante los ataques de la creencia en un poder opuesto al bien.

Este poder hipotético se presenta en distintas formas, por ejemplo, pensamientos maliciosos, incomprensivos o temerosos de otras personas, la creencia general humana en las leyes médicas y leyes del azar, o en las incertidumbres, frustraciones, o sentido de inseguridad de la persona misma. Por otra parte, al mantener cada uno de nuestros pensamientos y acciones en relación directa con el Principio divino — prescindiendo de cualquier propósito que no sea el de expresar la naturaleza del Principio y rechazando todo lo que nos motivaría a hacer otra cosa — mantiene nuestra consciencia y nuestro trabajo “[escondidos] con Cristo en Dios”. Col. 3:3;

La oposición a lo que una filial de la Iglesia de Cristo, Científico, debe realizar en la comunidad, puede ser la causa de la mucha apatía, inactividad, y discordancia, manifestadas en los asuntos de una iglesia filial. Sin embargo, ninguna fase del mal puede tener efecto cuando los miembros de la iglesia saben lo que están haciendo. Y lo único que los miembros de la iglesia deben saber acerca de los asuntos de una iglesia, es aquello que científicamente expresa la Iglesia.

La Sra. Eddy define la “Iglesia” en Ciencia y Salud como “la estructura de la Verdad y el Amor; todo lo que descansa en el Principio divino y procede de él”. Y continúa la definición con una explicación de la función de la iglesia que puede aplicarse a cualquier Iglesia de Cristo, Científico. Dice: “La Iglesia es aquella institución que da prueba de su utilidad y se halla elevando la raza humana, despertando el entendimiento dormido de sus creencias materiales a la comprensión de las ideas espirituales y a la demostración de la Ciencia divina, así echando fuera los demonios, o el error, y sanando a los enfermos”.Ciencia y Salud, pág. 583.

Esto es lo que hacemos si realmente demostramos ser miembros de una filial de la Iglesia de Cristo, Científico. Si estamos conscientes de esto y nos preparamos para la reunión de miembros con esta función específica en mente — si vamos a la reunión relacionando todo pensamiento vinculado a los asuntos a tratarse en la iglesia, así como toda decisión o discusión para llegar a una decisión, con la Mente, la Verdad y el Amor divinos — todos trabajaremos de común acuerdo. Trataremos nuestros asuntos con eficiencia. Nos amaremos los unos a los otros. Pero haremos aún mucho más.

El estar consciente de la Mente como el origen de lo que estamos realizando, sacará los asuntos de la reunión fuera del alcance de los malos pensamientos. De este modo, la apatía, la indiferencia, la oposición al bien, la resistencia al progreso, el materialismo, el sentido personal, las trivialidades, la dominación, los malentendidos, no encontrarán individualidades que puedan usar para el propósito del mal.

No existe límite para la curación que una iglesia filial puede realizar en una comunidad, si los miembros saben claramente lo que están haciendo en relación con Dios. Y todo miembro que comprensivamente pone en práctica la expresión de las cualidades de Dios, y mantiene su relación con Dios a medida que participa en los asuntos de la iglesia, contribuirá al progreso de su iglesia. Y llegará a ser un mejor sanador.

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