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Una iglesia sana y un cuerpo sano

Del número de noviembre de 1976 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


El trabajo mental que hacemos al prepararnos para participar en una reunión para tratar asuntos de la iglesia, no es diferente al que necesitamos hacer para mantener nuestra buena salud.

Es evidente que para mantener la buena salud, necesitamos proteger el conocimiento que tenemos de nosotros mismos. La verdadera consciencia es la Mente — la Mente única, Dios. Mantenemos nuestra salud cuando todo lo que hacemos, todo paso que damos, es realizado con un entendimiento no sólo del amplio propósito de la Mente de expresarse a sí misma, sino también del propósito exacto que tenemos de expresar la bondad de la Mente en todo lo que hacemos.

Comprendiendo que la Mente es la fuente de nuestro pensamiento e inteligencia, podemos solucionar comprensivamente cada paso individual de acuerdo con nuestra relación con esa fuente. Cristo Jesús ilustró esto en su propia vida y en el trabajo de curación que realizó. Dijo: “Mi Padre hasta ahora trabaja, y yo trabajo”. Juan 5:17;

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