Quisiera dar mi testimonio como prueba de que el Cristo, la Verdad, que curaba en tiempos antiguos, cura hoy en día de la misma manera por medio de la Ciencia Cristiana.
Un día, mientras me bañaba, me caí repentinamente y di contra el calentador de agua que estaba muy caliente. Inmediatamente declaré que Dios desconoce los accidentes y que el hombre, Su imagen, está intacto. Me levanté inmediatamente y pronto pude continuar con mis quehaceres domésticos. Oré fervorosamente basando mi oración en “la declaración científica del ser” (Ciencia y Salud por la Sra. Eddy, pág. 468), que dice en parte: “Todo es la Mente infinita y su manifestación infinita, porque Dios es Todo-en-todo”.
Mi costado izquierdo se había quemado seriamente por el contacto con el calentador, así que además de mis propias oraciones solicité la ayuda de una practicista de la Ciencia Cristiana. La herida sanó rápidamente, y no queda ni rasgo de la quemadura. Esta experiencia de curación por la Ciencia Cristiana me despertó a una mejor comprensión de la ley de Dios, y desde entonces he gozado de mejor salud.
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