Con referencia al significado de la palabra “heraldo”, un diccionario de la lengua española usa los vocablos “anunciar”, “proclamar”, “publicación solemne”. El Heraldo de la Ciencia Cristiana, edición en español, fue para mí el anuncio, la “publicación solemne”, que llegó por primera vez a mi consciencia llevando el llamado del Cristo. Esto sucedió en la siguiente forma: En el año 1950 mi vida estaba llena de dificultades. Había desarmonía en mi hogar, también dificultades económicas y enfermedades. Me sentía sola, insegura, sin esperanzas y, sobre todo, sin futuro. Aunque creía en Dios, hacía ya años que había abandonado mi antigua religión, pues encontré que no fue para mí de ayuda práctica.
Ese verano, antes de salir de vacaciones, fui a visitar a dos tías muy queridas, quienes me ofrecieron una edición en español del Heraldo. Ellas recién habían empezado a leerlo, y pensaron que podría serme útil en mi situación. Comencé a leerlo durante el viaje. Hizo tal impacto en mí que lo leí varias veces y cada uno de los artículos daba respuesta a uno de mis problemas. Parecía que habían sido escritos especialmente para mí. Leí todos los artículos, los testimonios, los avisos y hasta las direcciones de las iglesias y practicistas.
Cuando volví de las vacaciones compré el libro de texto, Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras por Mary Baker Eddy, y asistí por primera vez a una filial de la Iglesia de Cristo, Científico. También llevé a mis dos hijos, de ocho y nueve años de edad respectivamente, a la Escuela Dominical, donde asistieron regularmente hasta la edad de veinte años. Esta experiencia fue de gran bendición para mis hijos y para mí.
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