Ser receptivo a la verdad en la Ciencia Cristiana y aceptarla me aportó una curación instantánea, cambió mi modo de pensar y trajo muchas bendiciones a mi hogar.
Hace más de veinte años, antes de interesarme en la Ciencia, sufría periódicamente de problemas en la espalda. La dolencia fue diagnosticada como un disco dislocado en la columna vertebral y me recomendaron aplicaciones de calor. No acepté esta recomendación creyendo que guardando cama y con la voluntad humana podría aliviarme. Sin embargo, los ataques siguieron a intervalos. La Sra. Eddy dice en el libro de texto de la Ciencia Cristiana, Ciencia y Salud (pág. 446): “El ejercicio de la voluntad produce un estado hipnótico, nocivo a la salud y a la integridad del pensamiento. Por tanto hay que estar alerta y protegerse contra tales peligros”.
Una mañana, varios años después de haber aceptado la Ciencia Cristiana como mi forma de vivir, tuve un ataque muy fuerte. Pude llamar por teléfono a una practicista residente en una localidad distante para pedirle ayuda, y le dije que apenas si podía leer o pensar con claridad. Me dijo que me iba a ayudar por medio de la oración, y que yo debería ser receptivo al gran amor de Dios.
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