¡Qué cosa tan preciosa es nuestra habilidad de ver! Es maravilloso que la gente encuentre, por medio de la Ciencia Cristiana, que la vista no es limitada ni transitoria, y que la materia no es realmente el medio por el cual vemos. Dios, la Mente que todo lo ve, es el origen de todas las capacidades del hombre, incluyendo su vista.
Y porque Dios es el creador y la substancia de toda existencia verdadera, todo lo que se puede ver es, en realidad, espiritualmente mental. El Espíritu divino es la Mente paterna y dentro de esta Mente está la idea infinita, el hombre y el universo. Esta idea es el reflejo de Dios. Le pertenece a Él, y Él la sostiene en toda su belleza, contorno, forma y color originales. Todo objeto en la Mente está por siempre claramente definido e identificado por su creador. En el libro de texto, Ciencia y Salud por la Sra. Eddy, leemos: “De los elementos infinitos de la Mente única emanan toda forma, color, cualidad y cantidad, y éstos son mentales, tanto primaria como secundariamente”.Ciencia y Salud, pág. 512;
El mantener presente los hechos espirituales del ser, puede sanar problemas de la vista. El orar de esta manera triunfa sobre las sugestiones de que la vista es una actividad compleja del cuerpo mortal, sujeta a cambios erráticos, y que cuando se deteriora debe ser tratada, ya sea con lentes prescritos por un oculista o mediante sistemas médicos.
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